𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟺𝟷

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Luego de una larga siesta que renovó mis energías me desperté alterada al recordar que hoy no hice mis tareas en la granja ni en los establos, quise levantarme rápido pero Hange me lo impidió.

-Oye, tranquila, ¿qué pasa?-

-¡Me olvidé de alimentar a los caballos!- La miré con preocupación.

-No te preocupes por ello, Petra ya se hizo cargo.- Me volví a acostar más tranquila.

Petra, aquella chica de ojos miel y pelo anaranjado que me ayudó horas antes, subordinada de Levi. Él siempre me habló de "su escuadrón" o de "sus subordinados" dándome a entender que todos eran hombres, pero hay una mujer y eso me hace sentir extraña, como aquella vez que Isabel llegó a nuestras vidas.

-¿Siguen aquí?- La miré mientras ella se sienta en la silla al lado de la cama.

-Si, no se irán Mara.- Me miró seria.- Están aquí para asegurarse que se sigas aquí, debes acostumbrarte a su presencia.-

-¿Y Levi?- Pregunté con un brillo en mis ojos, una mezcla de tristeza y esperanza.

-Está con ellos asegurándose que dejen todo limpio.- Una corta risa salió de mi que se tornó en una sonrisa triste. -¿Cómo te sientes?- Dijo acercándose para acariciar mi cabello.

-Estoy bien.- Traté de dedicarle la mejor sonrisa que me salga aunque parece ser sólo una mueca. -Fue una buena siesta.-

-Si, eso se notó, amiga, ¡los ronquidos que sacaste!- Golpeó mi hombro suavemente haciéndome reír de forma sincera. -¿Cómo puede dormir Levi a tu lado todas las noches?- Preguntó con burla.

-En realidad no duerme.- Una carcajada salió de ella haciéndome olvidar por unos segundos todos los conflictos que hay fuera de esta habitación.

-Petra te preparó una sopa caliente, ¿Quieres que te la traiga?- Se levantó para dirigirse a la puerta.

-Prefiero comer en la mesa.- Me miró con una sonrisa orgullosa y me ayudó a salir de la cama.

-¡Entonces vamos!- Cuando llegamos al comedor pude verlos por la ventana, todos están ayudando afuera y me pareció de mala educación estar aquí dentro acostada, después de todo me gustaría verlos como mis invitados más que como mis escoltas.

-Es un lindo día, ¿No crees?- La miré expectante de que entienda que quiero.

-Si.- Respondió pensativa. -¿Quieres ir afuera?- Hizo una mueca de desaprobación y yo asentí efusiva. -¿Estás segura?- Volví a asentir. -Está bien pero no debes tomar frío, tu fiebre se fue pero no queremos que vuelva.- Me senté en la silla de la mesa que tenemos en el porche de la casa, pude observarlos mejor, parece que se divierten quitando los vegetales de la tierra. -Espérame, ahora vuelvo.- Dijo para desaparecer por la puerta de entrada.

Gaudium  ↬𝙻𝚎𝚟𝚒 𝙰𝚌𝚔𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora