08: OHM

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Me gusta ver a Nanon por las mañanas, y en estas semanas he aprendido su rutina.

Sé que eso está mal.

Siempre he sentido que en mi vida, a pesar de ponerle ganas, me hace falta algo.

No soy interesante.

Hago cosas, sí, pero se me están yendo los años, y nunca realmente me ha pasado algo que sea digno de ser contado como una anécdota.

Me aburro y creo que no es difícil notar que Nanon es lo único que me saca de la rutina.

—Marica —dice sentado en su balcón y suspiro tratando de no prestarle atención.

Estoy pintando mis uñas.

A veces salgo a tomar sol, mientras lo hago, con una buena lista de reproducción.

—Deberías dejar de hacer eso si no quieres que te jodan, pero supongo que atención es lo que buscas, esperando que alguien quiera follarte el culo.

—Lo que dices ni siquiera tiene sentido —susurro moviendo la cabeza negativamente.

—Me enferma verte y...

—Solo entra en tu habitación, no entiendo porque todos los días sales a molestarme, Nanon.

Gracioso que le diga esto porque cuando él está ahí, también busco una excusa para salir.

Es obvio que ambos somos la parte más interesante de los días del otro.

Nuestra ciudad no es muy grande, y tampoco tiene tantos amigos como creí.

—¿Pero tienes que pintártelas de rosa?

—Sí —respondo volteando a él y suspiro ladeando la cabeza— ¿Te asusta el rosa? ¿Te hace sentir menos seguro con esa capa de macho heterosexual que golpea paredes?

—Me gusta quién soy, no creas que me ofende.

—Te asusta no saber quién eres, y escogiste lo más sencillo.

—¿Y qué hay de ti? ¿Qué hay sobre ti y lo que define quien eres? —me pregunta suave, y no voy a negar que lo pienso por un momento.

—Soy bueno para la cocina.

—Eso es gay.

—Me gustan los juegos de memoria, y soy bueno para las finanzas, pero soy aún mejor cuando se trata de diseñar, así que lo hago con mis uñas.

—Gay, gay, gay —repite estirando sus brazos.

—Sí, soy gay tampoco me ofende, pero nunca es parte de mi descripción, porque da igual, estoy seguro de que no eres capaz de definirte tú.

—Nanon.

—Y te asustan las cortinas —menciono riendo.

—Soy valiente, me follo a quien quiero, y me gustan las motos.

—Oh, eso suena muy hetero —digo con ironía y me lanza una pequeña piedra de la maceta que tiene ahí al lado.

—No tengo porque darte explicaciones sobre mí, ya he dicho que no me interesa conocerte.

—No importa —respondo bajito y él ya no escucha porque se ha metido a su habitación— de todos modos, no voy a acordarme.

—No tengo hermanos —dice regresando y le sonrío.

No sé por qué siento que él tiene la misma necesidad de pasar tiempo conmigo.

Se supone que no deberíamos, pero pasamos todas las noches ahí, a veces hablando y otras veces solo en silencio.

Odio querer conocerlo y que me conozca también.

—Sé preparar 36 tipos de Omelet —respondo volteando a verlo.

—Mi jugo favorito es el de durazno.

—Jamás me he subido a una moto.

—Me caes mal —finaliza bajando la mirada.

—Me caes peor.

—Y tu aromatizante de rosas llega a mi nariz todas las puñeteras mañanas, Ohm.

—Te veo siempre tirar las medias por toda tu habitación, ordena, por favor.

Él gira los ojos y jala las cortinas con fuerza.

—Vas a romper eso.

—Ojalá —responde antes de poner música y tarareo porque es una canción que unas noches atrás le recomendé.

Durazno, sin hermanos, y le gustan las rosas porque ha sonreído al decirlo.

Homofóbico || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora