18: OHM

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Nanon ríe al llegar a la penúltima grada porque se me dobla el pie y yo volteo a verlo mal.

—Shh —susurro colocando un dedo sobre mis labios y se ríe más.

Son casi las tres de la mañana.

Deberíamos dormir, pero hemos bajado a la cocina para comer, y no quiero que mamá lo note.

El gruñido de Helado llama mi atención y vuelvo a sisear.

—Somos nosotros —digo bajito y empieza a mover la cola al reconocer mi voz.

Aún estoy de puntitas cuando veo pasar a Nanon tranquilamente y me abre la puerta, ampliando los brazos.

—Recordé que estamos sin zapatos —dice alto y me acerco a su boca para callarlo.

En realidad, es una excusa para besarlo.

Me sonríe cuando prende la luz y lo veo caminando al congelador.

Pasa por mi mente en un fugaz deseo, y es que estas son la clase de cosas cotidianas que me gustaría poder vivir en el futuro, cuando sea mayor y tenga una casa.

Pero siempre he sabido que no sucederá, porque no creo que yo dure lo suficiente.

—A veces, solo te quedas pensando, ¿en qué? —pregunta sacando la caja de jugo y yo me siento en la barra.

—¿Alguna vez tú has pensado en lo mucho que la gente se aferra a la vida cuando sabe que va a perderla?

—Mis papás querían perderla —murmura colocando dos vasos en la mesa y agarro su cintura antes de que se vaya.

—Nanon...

—Nunca pensaron en mí, y no había nada en este mundo que ellos quisieran lo suficiente.

—Ellos te amaban.

—No —dice con la voz quebrada y me mira a los ojos— me gustaría algún día... que alguien me ame tanto como para querer vivir por mí.

—Pasará.

—Eso no pasa, Ohm, y yo no soy tan especial.

—¿Eso qué quiere decir?

—Las historias de los libros de amores incondicionales, no existen, e incluso si así fuera, no le pasa a gente como yo.

—Creo firmemente en la existencia del amor real y verdadero para todos.

—Es ficción —responde intentando quitarse, pero lo sostengo más fuerte.

—Estás siendo negativo, como siempre, así que voy a prepararte cupcakes y veremos comedias románticas hasta que amanezca.

Sé que me está mirando cuando me levanto y pongo la harina sobre la mesa, luego de abrir el cajón.

—¿Quieres ayudar? —le pregunto agarrando un bowl y señalo los huevos.

—¿Por qué vas a hacer esto?

Vacío un poco de harina lentamente, pensando bien en las palabras que voy a decirle.

—No quiero que estés triste, Non.

—¿Por qué? —repite mirándome aún.

—Porque me pongo triste si tú lo estás.

Él sonríe y veo sus mejillas enrojecer, mientras mira al suelo.

—Te voy a ayudar —dice caminando a mi lado y agarra los huevos.

—Rómpelos con cuidado en la esquina y los abres en este otro bowl, separando las yemas.

Él juega con sus labios y entrecierra los ojos haciéndolo suave.

—Golpea más los huevos.

—Pero se van a romper.

—Es la idea, estúpido —digo riendo y entreabre los labios, ofendido, colocando las manos en la barra para acercarse a mí.

Sopla la harina que tengo al frente y se ríe al verme manchado.

Le lanzo la harina a la boca para que se calle y empieza a toser.

—Empezaste tú.

Él agarra el huevo y sí que puede romperlo con fuerza cuando es en mi frente.

Quiere escapar porque sabe que me ha dolido, pero soy más rápido y agarro su cintura para apoyarlo en la barra, mientras lo beso.

Pero mis manos no se detienen y agarro los huevos, mientras mis labios se mueven contra los suyos.

Yo los parto en la esquina porque no quiero que le duela y los abro en su cabello.

—Te odio —susurra con las yemas bajando por su frente y se frota en mi cara.

Estoy riendo tan genuinamente que me impresiona, porque llevaba mucho sin hacerlo.

—Buenos días —escucho que dice mamá detrás y volteo avergonzado.

No sé si debería disculparme por despertarla, hasta que noto que está sonriendo.

—Yo no molesto, solo voy a tomar un poco de agua —dice sin mirarnos directamente y Nanon suspira aliviado.

—Mamá...

—Está bien, hijo, si quieren jugar con la comida en la cocina a las 3 de la mañana, yo no me opongo, pero limpien al terminar.

Homofóbico || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora