33: NANON

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Siempre en consulta, el doctor me decía que podía durar algunos meses más antes de entrar en la siguiente fase.

Creí que al saberlo podía sentirme más preparado, pero fue igual de difícil para mi aceptar que tenía que seguir empeorando.

—Abre —le pido ladeando la cabeza y obedece, así que meto la cuchara en su boca con cuidado.

Empecé a darle de comer poco a poco y se acostumbró, de hecho, estoy seguro de que no recuerda cuando fue que dejo de comer solo.

Veo como desvía la mirada y sé que quiere decirme algo, así que me adelanto para que no tenga que esforzarse.

—Estuve pensando en ver una película esta tarde, ¿tienes ganas?

—Quiero ir a la habitación —dice lento— me duelen las rodillas.

—Está bien, amor, aprovecharé el tiempo para colocarte las inyecciones para las articulaciones.

No fue tan difícil aprender a hacerlo, porque Ohm se pone muy nervioso con la gente extraña y bueno, está en el punto en que todos son extraños para él, excepto yo.

Entre semana viene su mamá, y ya no se esfuerza por explicarle.

Está tranquila con verlo, y no quiere forzarlo a esforzarse para convivir con ella.

Habilité el cuarto de huéspedes que hay en el primer piso, para que no tenga que subir las escaleras, así que apenas termina su avena se levanta, y va a encerrarse.

A veces tampoco quiere pasar tiempo conmigo.

Dejé la universidad para cuidarlo desde que leí que los pacientes con su enfermedad necesitaban una enfermera o enfermero a tiempo completo, porque no dejaría que nadie que no sea yo, lo cuide.

Nadie podría hacerlo mejor.

Me levanto con su plato y cuando voy a lavar las cosas, escucho que algo se rompe en el cuarto.

Mi corazón late con fuerza, mientras corro hacia él y apenas veo que está bien, siento como todo en mi interior se calma.

Ya no quiero dejarlo solo, porque tengo miedo.

—No puedo acostarme —dice entre dientes— estoy intentando destapar la cama y no puedo.

Suspiro acercándome a él y muevo las frazadas.

Ohm ha perdido demasiado el control en su cuerpo, sobre todo en sus manos, aunque hay días en que las piernas tampoco le responden, pero se niega a usar la silla de ruedas que su mamá trajo para él.

—Bien, puedes entrar ahora —indico señalando la cama y veo como su rostro se vuelve aún más rígido.

—¿Por qué sigues acá? —pregunta mirándome a los ojos.

Estiro la mano mostrándole el anillo y veo como alza el brazo con esfuerzo y me empuja.

—No quiero que sigas —niega con la cabeza y veo como sus ojos se llenan de lágrimas— ya no importa, voy a olvidarte de todas maneras, puedes irte si quieres, no me dolerá.

—Entra a la cama, Ohm, no quiero hablar de esto, otra vez.

—Es que no lo entiendes —dice pegándose a la pared— ¡Yo no quiero vivir así!

—Ohm, basta —susurro con un nudo en la garganta.

—¡Nanon, necesito que comprendas que quiero morir ya!

—Deja de decir eso —le ordeno sentándolo en la cama con fuerza.

Me importa una mierda todo, cuando dice cosas así.

Homofóbico || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora