21: NANON

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Estoy en la barra de la cocina tomando un té mientras espero a Ohm, y su mamá se sienta frente a mí con una sonrisa.

La que suele poner cuando vamos a tener una conversación.

—¿Pasa algo? —pregunto bajando el vaso casi vacío.

—¿Está todo bien contigo, cariño?

—Sí, pero creo que estaré mejor luego de pasar el fin de semana fuera.

—Es lo que creo también —dice acariciando mi cabeza— ¿Está todo bien con Ohm?

—Estamos bien —respondo sonrojándome.

Acabo de caer en cuenta de que llevo casi dos semanas prácticamente viviendo en su casa como si fuera la mía, durmiendo en la misma cama que su hijo e incitándolo a faltar a la universidad.

—Él te quiere mucho.

—Lo quiero también —menciono bajando la mirada— mucho.

—Lo sé —responde soltando un suspiro— te he visto y sé que sí, por eso quiero pedirte un favor.

—Claro que sí, puedes decirme.

—Ya notaste lo distraído que es, así que tendrás que estar a cargo, no lo dejes solo estos días, ¿de acuerdo?

—Sí, ya te había dicho que no debes preocuparte, seremos responsables —le recuerdo un poco confundido— ¿Hay algo más que debería saber?

—No hay algo más que deba decirte yo —menciona levantándose— dame el vaso para lavarlo y agarra tus cosas, quiero que lleguen antes del atardecer para que Ohm pueda verlo.

—Sí —afirmo besando su mejilla antes de ir por mi mochila— gracias.

Cuando llego a las escaleras, Ohm ya está bajando con sus cosas y trae en su mano el cuaderno que no ha soltado los últimos días.

Siempre está escribiendo en él.

Va a la cocina para despedirse también y luego camina a mi lado hacia la estación de autobuses

—Mamá ha dicho que vas a cuidarme —dice empujándome con su mochila y yo lo empujo con la mía.

—Voy a ponerte una cadena para que no te alejes de mí.

—No necesitas una cadena para eso —responde sonriéndome.

Es en momentos así en que quiero abrazarlo pero ahora no estamos en su habitación, donde me siento seguro.

Hay gente alrededor y eso me convierte en alguien diferente.

Sé que él lo entiende porque solo empieza a contarme las indicaciones que le ha dado Tay y las razones por las que está tan emocionado por ir,  manteniendo una distancia razonable entre los dos.

Cuando Ohm empieza a hablar mucho, solo guardo silencio, porque me gusta aprender sobre él.

Todas las noches en la cama, él habla bastante, es como si quisiera llenarme de información acerca de su vida.

Siempre me pide que recuerde cosas específicas, y yo lo hago porque me importa.

Después de algunos minutos más, subimos al bus al llegar.

Señala el asiento del fondo y avanzo con él tranquilamente, porque no hay mucha gente y eso me mantiene en calma.

Aún no me siento listo para estar con Ohm en público.

No me avergüenza él, me avergüenza aceptar lo que soy yo.

Ya en camino, con las ruedas moviéndose y nadie cerca, agarro su mano apoyándome en su pecho y acaricio sus dedos concentrándome en sus uñas.

Son amarillas y ya, no he visto que intente hacerse ningún diseño los últimos días y siento que eso debería preocuparme.

Las manos de Ohm son bonitas y suaves.

Sus uñas no son largas, de hecho, diría que son más cortas que las mías, pero las cuida bastante, lo he visto limarlas por las mañanas y creo que es tierno.

Suspiro pegándome más a él y agarra mi mejilla para levantar mi rostro.

—Estaba pensando —comienza a decir.

—¿En qué?

—Hay algo importante que no te he dicho, y tienes que saber.

—¿Qué es? —cuestiono acariciando su mejilla.

—¿Lo hablamos después?

Odio que haga eso, debería solo decirlo y no dejarme con las ganas de saber, porque ahora voy a torturarme durante todo lo que resta de camino pensando en lo peor que podría contarme.

Veo cómo se ríe cuando giro los ojos y vuelve a agarrar mi rostro para besarme.

Me quiero separar para ver si alguien está mirando, pero apenas su lengua entra en mi boca dejo de preocuparme y me concentro solo en él.

Ohm siempre logra que me olvide de todo lo demás.

Llegamos un tiempo después y luego de bajar, no tardamos mucho en ubicar la casa de Tay porque no hay vecinos cerca.

Es pequeña pero bonita, y tiene salida directa a la playa.

—¿Puedes llevar las cosas a la habitación? —pregunta caminando hacia la arena y asiento— realmente quería estar cerca del mar.

Camino hacia adentro solo, mirando los bonitos adornos en las paredes de madera y lo ordenado que está todo.

Me gusta mucho este lugar.

Al llegar a la habitación acomodo las mochilas y coloco su cuaderno sobre la mesa, podría solo abrirlo y ver rápidamente lo que escribe, pero decido no hacerlo porque significaría invadir su privacidad, así que me alejo rápido para ya no sentir curiosidad y voy corriendo afuera.

Ohm está sentado en la arena mirando hacia el mar.

Camino hasta él y me arrodillo detrás, abrazándolo con fuerza, como siempre hago cuando estamos solos.

Podría andar así todo el día, como un koala.

—¿Estás feliz? —pregunto besando su mejilla.

—Sí —susurra girando un poco y aprovecho para besar sus labios cortamente— Non, ¿sabes en qué estuve pensando?

—¿En qué?

—El otro día te hice una pregunta, y respondiste  que no podíamos ser amigos, así que haré otro intento.

Termina de girarse y me agarra de la cintura para pasarme justo delante de él.

—¿Qué intento?

—¿Podemos ser novios, entonces?

Mi corazón se estremece, porque eso era lo que  esperaba incluso cuando no sabía que era lo que quería.

—¿Novios? —susurro en forma de pregunta.

—Novios —repite acariciando mi cintura.

—Sí, quiero —respondo pegándome más a su cuerpo y lo abrazo, otra vez.

Homofóbico || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora