11: NANON

2.1K 311 158
                                    


Cuando su mamá llega intento separarme de Ohm pero él no me deja.

Sentía algo de confianza mientras estábamos solos, pero me apena que ella me vea tan débil.

Cuando va hasta nuestro lado, me mira con lástima y habla de los paramédicos que ha llamado junto a la policía.

Está siendo bastante gentil, hasta que nota el golpe en la cara de Ohm.

—¿Qué es esto? —pregunta agarrándolo con una mano, pero él la quita y por la duda con la que dice cada palabra, creo que Ohm había olvidado ese detalle.

—Mamá, no es importante ahora —indica volteando a verme y siento como mis mejillas arden.

—Lo hablaremos después —susurra ella finalizando el tema y vuelve a poner su atención en mí— deberías ir con Nanon a casa, yo voy a encargarme de todo, si lo prefieres de esa manera, cariño, pero si quieres estar presente voy a acompañarte.

—Me quiero ir —respondo bajando la mirada y siento la mano de Ohm buscando la mía.

—Estaremos bien —indica luego de entrelazar nuestros dedos y avanza jalándome con suavidad.

No sé por qué estoy dejando que lo haga, pero no me siento bien ahora como para cuestionárselo, ni siquiera tengo idea de cómo voy a seguir después de esto.

Papá era lo único que me quedaba.

—¿Necesitas llamar a alguien? —pregunta mientras abre la puerta con una mano.

—No.

Apenas entramos todo se siente diferente, y ahora empiezo a ser conciente del miedo que tendré cuando tenga que volver a mi casa solo.

Su perro me mira desde un rincón y sonrío un poco.

Me gustan los perros.

—Se llama Helado —dice al notar mi atención y me sonríe también— ¿Te parece si te preparo un té?

Asiento con la cabeza y me suelta para ir a la que supongo es su cocina, lo que me hace sentir un poco nervioso así que me agacho para acariciar a Helado.

No tengo idea de qué clase de nombre es Helado, pero me gusta.

Ahora estoy pensando mucho en la vergüenza que siento de ver a Ohm a la cara porque pasé horas llorando delante de él y solo estuvo en silencio limpiando mis lágrimas.

Debo haberme visto muy patético.

Apenas pasan unos minutos con su perro y ya siento la necesidad de verlo, porque no quiero estar solo, así que me levanto y voy a donde está.

Lo veo repartir en la mesa algunas pastillas y frunzo el ceño.

—¿Estás enfermo? —pregunto sin poder evitarlo y él me mira con las mejillas sonrojadas.

Parece que he descubierto algo.

—Algo así, pero no es importante, no te preocupes, Nanon.

Asiento acercándome más a él y veo que ha sacado dos tazas, una normal y otra rosa que brilla.

Debe ser suya porque Ohm es muy marica.

Hay algo particular en sus dedos que no había notado porque ninguno de los dos entró a clases por la mañana y es que solo tres de sus uñas traen diseño.

La cuarta no se ve muy estética y ya no lo intentó en la quinta.

Es raro.

Ohm siempre trae cada día un diferente diseño marica que le sale bien, y ahora que noto que me doy cuenta de eso a diario, me doy un golpe mental.

—¿Quieres algo de comer? —pregunta sacándome de mis pensamientos y quito rápido la mirada de sus uñas.

—No, gracias.

Tomo el té, sentado en la barra, mientras lo veo tragar las pastillas una tras otra.

No entiendo por qué dice que no es importante si tiene que tomar tantas.

—Voy a darte mi habitación para que descanses un poco, yo puedo dormir en la sala —dice al terminar dejando las tazas en el lavabo.

Solo asiento y camino tras él, en las escaleras, hasta llegar arriba.

—Lamento lo que ha pasado —dice bastante bajo.

Me rompo un poco de nuevo porque estoy intentando no pensar más en eso pero es imposible.

—Estaré bien —digo con algo de esfuerzo y me siento sobre su cama, alejándome de él.

—Puedes ponerte cómodo y si necesitas algo solo llámame, estaré pendiente.

—¿Te quedarías conmigo? —pregunto avergonzado.

—¿Un rato más?

—Toda la noche.

No responde y cierra la puerta con cuidado para luego quitarse los zapatos y subir a la cama.

—Está bien —afirma agarrando una almohada para apoyarse en ella y vuelvo a sentir la confianza que tuve al estar con él toda la tarde en mi habitación.

Me quito los zapatos también y me acuesto a su lado, teniendo su rostro frente a mí.

No tiene idea de cuanto agradezco que esté conmigo.

—Cuando tenía ocho, mi mamá se suicidó.

Su rostro cambia un poco y no sé porqué le estoy diciendo eso.

Supongo que intento justificarle lo débil que me ha visto ser, pero dentro de mí, sé que no es solo eso.

Quizás solo quiero que él me conozca un poco más, de todos modos aunque no eramos amigos, es la persona que más sabe de mí por todo lo que le contaba cuando nos sentabamos en la ventana cada noche.

—¿Quieres decírmelo? —pregunta estirando su mano y acomoda mi cabello acariciando mi cabeza.

Asiento antes de continuar.

—Fue en ese baño, la encontré colgada al abrir la cortina de la ducha.

No me responde, simplemente una de sus manos va a mi cintura y me pega a su cuerpo para abrazarme.

Respiro profundo contra su cuello y puedo jurar que siento que esa presión que siempre tengo en el pecho deja de molestarme un poco, mientras sus brazos me rodean.

Estoy llorando nuevamente.

No sabía que tanto necesitaba llorar hasta ese momento.

—Lo siento mucho —susurra alejándose un poco para ver mi rostro pero yo lo abrazo de nuevo y escondo mi rostro en su pecho.

Es como si toda la vida hubiese estado buscando un lugar donde todo me deje de dar miedo, y ahora parece que tal vez no necesitaba un lugar sino a una persona.

A Ohm.

Homofóbico || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora