Día 12: La Sanción

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—¡Suéltenme! ¡Suéltenme!

Intento mover mi cuerpo de un lado a otro mientras unos brazos me rodean del torso para mantenerme quieta.

A la par, otro par de manos atan mis tobillos y muñecas con cinta adhesiva industrial, así como lo hicieron con la áspera cuerda que anteriormente me sostenía sobre mis extremidades, regresándome a la restricción de antes.

Mis ojos han vuelto a ser cubiertos por una tela para obstruirme la visión, pero esta vez han optado por un material rígido y tosco que lastima la sensible piel de mis párpados para brindar más dolor a mi larga lista de heridas abiertas.

—Intenta removerte el trapo de la mirada si es que deseas perder los ojos—. La voz de Gris llega a mis oídos para compartir el enojo y odio que tiene hacia mi persona.

—Adelante, solo así podría olvidar tu asqueroso rostro—. Las palabras salen de mi boca sin previo aviso, arrepintiéndome al instante.

Un silencio rotundo invade el aire de un segundo a otro.

Paso saliva al sentir sus apretones sobre mi físico disminuir considerablemente, tras comprender que he dicho algo que puede estar perjudicando su misión.

—¿Qué has dicho? — Azul toma la palabra, su voz dominante harta de tratar conmigo.

—Na... nada.

Su mano tomando mi cuello con gran ímpetu para estrangularlo mientras mi cuerpo descansa sobre el concreto me impide de poder ingresar oxígeno a mis pulmones.

Emito quejidos de asfixia al percibir el apretón de sus dedos incrementar sobre mi tráquea, sintiéndome como si estuviese en una burbuja sin aire.

—Cuidado con lo que dices, princesa—. Azul susurra sobre mis labios, su aliento cayendo sobre mí de manera cálida, —Aquí todo lo que digas podrá y será utilizado en tu contra.

Comienzo a sentir mi rostro tornándose rojo en cuestión de segundos; un ligero mareo llega a mi cabeza para indicarme que no me falta mucho para llegar al punto del desmayo.

Las yemas de Azul se clavan sobre mi pálida piel por lo que parecen horas, las puntas de sus uñas rasgando mi cuello para lastimarlo aún más.

Intento retorcerme sobre el suelo para librarme de su agarre, pero las manos de Gris deteniéndome de las piernas me impiden de poder lograrlo.

—Lo volveré a preguntar y espero recibir una respuesta honesta de tu parte—. Azul me dice con ese tono sarcástico que tanto le gusta emplear.

—¿Qué has dicho?

Mantiene su apretón sobre mí, obligándome a responder a pesar de estar dificultándome la tarea de hacerlo.

—No-no he visto nada—. Cada letra sale con complicación de mi boca reseca.

Inhalo con profundidad al momento en que Azul me exime de su aprehensión, tosiendo con tal intensidad que me ahogo con todo el oxígeno que ha regresado a mi sistema respiratorio.

—Buena chica.

Mi pecho sube y baja con vigor al sentir que me han regresado a la vida, un dolor predominante en mi cuerpo recordándome el fracaso absoluto que ha sido mi intento por escapar de aquí.

La silueta borrosa de Azul tras encontrarme en la oscuridad de la noche llega en forma de memoria para recordarme lo rápido que se destruyó mi esperanza y deseo por salir de este lugar.

Sus palabras retumban en mi cabeza para acompañar la imagen de él corriendo hacia mi persona para atraparme entre sus fuertes brazos y tirarme sobre el suelo, deteniéndome de continuar con mi plan de escape para después hacerme callar con golpes que para ese punto dolían menos que la desilusión del fracaso...

Amarlo Fue RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora