La Inseguridad

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Mis párpados se mantienen cerrados mientras percibo la ligera brisa nocturna entrar por la puerta entreabierta del balcón de mi habitación, permitiendo que el aire otoñal ingrese a mi cuarto para refrescarlo por completo.

Las delicadas sábanas de seda en mi cama cubren mi cuerpo para brindarme comodidad, acariciando mi piel con tal suavidad que me proporciona tranquilidad absoluta en la oscuridad de mi hogar.

Mi mente se encuentra parcialmente dormida, pero no en su totalidad, pues logro percibir la estridulación de los grillos en las afueras de mi vivienda con tal claridad que pareciese que estoy despierta, pero mi mente se mezcla con breves sueños para despertarme cada tantos minutos.

Mi espalda se recarga sobre el colchón de mi cama a la par que mi rostro apunta hacia el techo. Mi pecho sube y baja con calma por la serenidad del ambiente que me rodea.

El ruido de las hojas de los árboles llega a mi sistema auditivo para indicarme que el viento ha aumentado en intensidad, irrumpiendo el silencio de mi entorno.

Y, con mi mente intentando recuperar el sueño, comienzo a sentir un suave tacto sobre mis piernas expuestas por mi pequeño vestido para dormir, debajo de las sábanas.

Media sonrisa se pinta en mis labios por las caricias que estoy comenzando a recibir sobre el interior de mis muslos, regalándome una satisfacción agradable.

Gentiles besos son trazados a lo largo de mi piel; la temperatura de mi cuerpo aumenta en cuestión de segundos para contrastar con el clima de afuera.

Puesto que se siente como un sueño, y mi cabeza se encuentra fuera de sí misma, no emito ninguna reacción ante lo que estoy percibiendo, pues sé que esto solo se trata de una visión nocturna, de una fantasía.

Desde hace tiempo, los sueños y pesadillas que me visitan en las noches se sienten tan reales que juraría estar despierta cuando ocurren, provocando que las confunda con eventos verdaderos, pero tras despertar al cabo de unas horas, me percato que son solo eso: sueños.

Así que, por más palpable que se sientan estas ilusiones, no son nada más que creaciones falsas que mi mente inventa como resultado de mis vivencias y experiencias pasadas.

Una pequeña risa se escapa de mi boca al percibir un mordisco justo al costado de mi intimidad.

—¿Qué estás haciendo? — Le pregunto a quién sea que esté portándose coqueto en mi entrepierna.

Desde Zac Efron y Henry Cavil, hasta Harry Styles y Timotheé Chalamet, han sido numerosos los hombres atractivos que se han colado en mis fantasías nocturnas para brindarme placer antes de despertar al mundo real.

Sin responder a mi interrogante, alza mi vestido para después tomar las esquinas de mis bragas y bajarlas lentamente por mis piernas, hasta que las remueve completamente de mi físico.

Una sonrisa se mantiene en mis labios tras estar consciente que estoy en un sueño lúcido, uno de los muchos que he presenciado desde que soy una niña.

Tener el control de mis sueños es una de las habilidades que he apreciado desde que soy pequeña, y honestamente, adoro poder manejar mis ilusiones a mi manera, actuando libremente en un mundo fantasioso para hacer lo que yo desee.

—¿No piensas responderme? — Vuelvo a preguntar al momento en que sus labios regresan al interior de mis muslos para lamerlos mientras los besa con mayor presión.

Su lengua traza un camino mojado alrededor de mi intimidad para satisfacerme con su afecto, desatando un mar de sensaciones en la laguna formánse en mi centro.

Me río en voz baja a la par que continúo con mi vista cerrada para lograr percibir las impresiones llenas de lujuria sobre mi húmeda entrada.

—Así que, quieres jugar al misterioso—. Le comento con un tono de burla, —Entonces tendré que—

Amarlo Fue RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora