La Destrucción

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—Has estado muy sonriente últimamente—. Karissa me dice desde la parte trasera de mi auto, mientras que Clark lo conduce para dirigirse al hogar de mi amiga.

—Y me alegra verte así—. La pelinegra comparte una sonrisa genuina por lo mucho que extrañaba verme contenta.

Me encojo de hombros, restándole importancia al asunto.

—Poco a poco iré regresando a la normalidad—. Le aseguro.

Quisiera decirle que mi estado anímico ha logrado mantenerse estable porque estoy logrando superar los traumas generados durante mi secuestro, pero la verdad no podría ser más distinta.

A pesar del apoyo de mi familia, de mis amigos y de la gente que me aprecia, nada de lo que hagan será suficiente para ayudarme a mejorar, puesto que nadie comprende con precisión lo que viví mientras estuve de rehén.

Fue hasta que Rojo volvió a reintegrarse a mi vida que sentí una transformación radical en mí.

Fue hasta que escuché su grave voz y, que descubrí la belleza tanto interna como externa que carga consigo a todos lados, que la esperanza y la felicidad regresaron a mi persona.

Y es por ese motivo que, los días en que ese chico me visita para pasar tiempo conmigo, me siento como la más afortunada del mundo, mientras que en los días que está lejos de mí, me convierto en alguien decaída y llena de tristeza.

Rojo es quien ilumina mis días más oscuros para brindarme una razón para vivir, justo como lo ha hecho desde que nos conocimos.

—Nessa—. La voz de Karissa interrumpe mis pensamientos.

Me toma un minuto regresar a la realidad, acción que Kar nota al instante.

Sus labios de tinte rojizo se curvan para formar una pícara sonrisa y después preguntarme:

—¿Acaso me estás ocultando algo? — Me observa con sospecha en sus ojos marrones a manera de indagar en las ideas que corren por mi cabeza.

Frunzo el ceño, fingiendo inocencia ante su acusación.

—Claro que no—. Sacudo mi cabeza de lado a lado, —Eres mi mejor amiga. Tú me conoces mejor que nadie.

Kar mantiene su semblante coqueto al momento en que lanza un vistazo hacia la parte delantera del vehículo, asegurando que Clark se encuentra concentrado en el camino frente a él.

La música de fondo suena a un volumen bajo en el auto, regalando un ambiente agradable, sin embargo, brinda poca privacidad, por lo que mi amiga se inclina hacia mi lado para susurrar en la voz más baja que puede emitir:

—Te conozco desde los tres años, sé que no me estás diciendo algo—. Insiste.

Paso saliva por el nerviosismo de ser atrapada, pero en automático me tranquilizo tras escuchar las siguientes palabras de mi amiga.

—Te encuentras así de entusiasmada por Peter, ¿no es así? — Me pregunta con un brillo en sus ojos.

—Quién es—

Detengo mi boca antes de meter la pata al momento en que recuerdo quién es el Peter del cual Karissa habla: Rojo.

Ese es el nombre inventado que le di a conocer aquel día en la biblioteca, uno que mantendría el anonimato de mi secuestrador.

—Desde aquella vez que te escuché hablando con él, no has borrado esa sonrisa de adolescente enamorada de tu rostro—. Karissa me detalla.

Parece ser que Rojo no es el único capaz de leerme con sencillez, porque Kar ha dado justo en el clavo.

Amarlo Fue RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora