*Ayer actualicé también, así que no olviden pasarse por allí primero antes de comenzar el presente capítulo. Las amo, ¡espero lo disfruten!*
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Mi mente divaga del estudio que debería estar realizando en la biblioteca del campus universitario, mientras mi mano se encarga de trazar los rasgos faciales de Rojo en una de las esquinas de mi libreta escolar.
Karissa se encuentra a mi costado, ambas compartiendo asiento en una de las mesas rectangulares del enorme espacio, mientras que Clark se encuentra sentado en la mesa detrás de la mía, para así brindarme un cómodo espacio a la par que mantiene su vista sobre mi persona para protegerme en todo momento.
El retrato de Rojo me obliga a recordar esos ojos azules que encontré cuando removió la tela de mi visión, regalándome su imagen que nunca hubiese podido igualar en mi mente, pues su presencia superó cualquier tipo de expectativas que tenía en mi cabeza.
Su rubio cabello, tan claro que casi pareciese blanco, su pálido tono de piel, su alta figura, sus labios rosas que compartieron una cálida sonrisa para darme la bienvenida a su lado, toda su persona me cautivó por completo.
Hasta los numerosos tatuajes pintados en todo el contorno de su físico, tal y como si fuese un cuaderno que un niño decidió rayar para plasmar las imágenes de su inocente mente, e inclusive la cicatriz en su labio inferior, todas sus características llegaron a mi mirada para brindarme algo que hace tiempo no lograba sentir:
Plenitud.
—Nessa, ¿quién habíamos dicho que era el Padre de la Contabilidad?
De inmediato, doy vuelta a la página para evitar que mi mejor amiga me atrape pensando en otros asuntos, regresando así a la tarea en la que debería estar trabajando.
—Luca Pacioli—. Le respondo tan rápido como llega su nombre a mi mente.
—Gracias.
Kar continúa escribiendo en el teclado de su laptop, aplicando la concentración de la cual yo carezco en sus estudios.
Añoro aquellos días en los que mi mente lograba centrarse en la actividad que desempeñaba en ese instante, pues ahora me cuesta toda mi fuerza de voluntad mantener mis pensamientos en el presente.
Me acostumbré tanto a soñar despierta mientras estuve cautiva con el fin de intentar desaparecer el sufrimiento que me carcomía, y así contemplar un poco de felicidad en ese lugar oscuro que me rodeaba, que ahora me es casi imposible evitar que mi mente se distraiga con cualquier elemento de mi entorno.
Tras sentir un gran aburrimiento llenar mi persona, procedo a abrir el cierre de mi mochila roja para tomar mi tableta de ella, intercambiando mi arte de dibujar a mano, ahora para convertirlo en uno digital.
Al ingresar mi mano en los adentros de mi bolso, me percato de una caja del mismo color que mi cabello y con un listón blanco para formar un lindo moño en la tapa de ésta.
Mi palpitación se eleva al instante en que recuerdo haber visto esa misma caja en el pasado.
La tomo entre mis manos para no perder más tiempo e indagar en lo que contiene en su interior.
Una pequeña sonrisa se forma en mis labios por las tres galletas de chispa de chocolate que encuentro adentro al momento en que separo la tapa de la base.
—¿Qué es eso? — Karissa inclina su rostro hacia mí tras percibir el dulce aroma de las galletas, —Lucen deliciosas, ¿quién te las obsequió?
—Mi-mi padre—. Tartamudeo al emitir una mentira.
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Amarlo Fue Rojo
RomantiekOscuridad fue lo que predominó en mis días desde aquel momento en que me alejaron de mi vida. Luz fue lo que tú me brindaste desde el instante en que entraste a ella. Nunca comprendí cómo pude crecer a apreciar tanto a alguien como tú, pero el apoyo...