El Pasado

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ROJO

12 años atrás...

—¡No fui yo, lo juro! — Lágrimas caen por mis mejillas sin parar con cada impacto que mi padre plasma sobre mi espalda con la hebilla de su cinturón.

Un dolor descomunal recorre mi piel para irritarla y dejar marcas que en unos días se convertirán en un tinte morado.

—Tus mentirás solo te hundirán más, Dion—. El hombre que me dio la vida detiene sus golpes para darme otra oportunidad.

—Te volveré a preguntar, ¿qué hiciste con el dinero que tenía guardado debajo del colchón? — Su ronca y aguardentosa voz llega a mis oídos para aterrarme de pies a cabeza.

Me mantengo sobre mis rodillas y con mi cuerpo inclinado sobre el borde de mi cama, tan agotado que quisiese desaparecer por completo para no volver nunca más.

—¡Nada! — Le confieso con honestidad, —No fui yo quien lo tomó—. Exploto en llanto.

Un suspiro profundo sale de la boca de mi padre para denotar la paciencia que abandonó su persona hace años.

Y, sin antes poder reaccionar, toma la tela de mi playera de dormir para alzarme hacia arriba y ponerme de pie. Me gira ciento ochenta grados para encararme y así penetrar su mirada demoniaca sobre mis ojos aterrados.

Con sus gruesas manos toma el collar de mi prenda para alzarme unos centímetros sobre el suelo, cargándome como si mi silueta pesase lo mismo que un lápiz.

Su pecho sube y baja con gran ímpetu por el enojo que recorre sus venas, observándome como la peor escoria que ha encontrado en su vida.

—Le debía ese dinero a una persona muy importante—. Me informa entre dientes, —Alguien que no me perdonará la deuda si no la pago en unas horas.

El tiritar de mi cuerpo le brinda todo el poder a mi padre de hacer lo que quiera conmigo, pues mi corta estatura y nula fuerza no se compara con su fuerte y alta complexión de ascendencia rusa.

—¿En dónde lo tienes? — Presiona su quijada con tal furia que podría jurar que sus dientes han tronado entre sí.

Gotas saladas bajan por mis pálidas mejillas porque no importa qué le diga a mi padre, él continuará haciéndome el responsable de sus problemas.

Un ligero ruido me obliga a mirar hacia las afueras de mi humilde habitación, encontrando a mi madre percatándose de lo que ella misma ha provocado.

Sus ojeras oscuras, su extrema delgadez, su apagado rubio cabello, y sus arrugas prematuras demuestran la desafortunada adicción que no ha podido superar, una que es tan necesaria para ella que se ha atrevido a involucrarme en sus secretos, a pesar del sufrimiento que sabe llegará para terminar conmigo.

Mantengo mis labios sellados porque no puedo delatar a mi madre.

Ella fue quien utilizó el dinero escondido para comprar más narcóticos, pero el delatarla solo hará que mi padre enfurezca más y le destine el mismo enojo que está aplicando sobre mí, hacia ella.

—Dion...— Mi padre me amenaza al no encontrar cooperación de mi parte.

La irritación en sus ojos rojos estremece mi corazón, pues sé que, a partir de este momento, todo decaerá hasta que todos toquemos fondo.

Tras recibir silencio de mi parte, el hombre me avienta con gran potencia sobre la cama detrás de nosotros para después situarse encima de mí y utilizar sus callosos puños para clavar fuertes golpes sobre mi rostro, desatando toda su frustración sobre mí.

Amarlo Fue RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora