Día 1: El Inicio

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Mi cuerpo se sobresalta tras escuchar un ruido estruendoso a lo lejos, despertándome de un sueño profundo.

Gotas de sudor caen por los costados de mi rostro, así como en mis brazos y piernas, debido a la alta temperatura que rápidamente llega a mi cuerpo para provocarme un mareo inesperado.

Mi palpitación comienza a acelerarse en cuestión de segundos al encontrar un pedazo de tela cubriendo mis ojos para nublar mi visión con nada más que oscuridad pura. El material tejido se ajusta con fuerza sobre mi mirada para terminar en un nudo apretado sobre mi nuca.

Paso saliva al intentar descifrar en dónde me encuentro.

¿Qué ha pasado?

No perdamos más tiempo—. Una ronca voz llega a mi mente para recordarme lo último que viví mientras estuve consciente.

Con un nudo formado en mi garganta, me esfuerzo por mover mi cuerpo recostado sobre el frío suelo de concreto debajo de mí, pero fallo en el intento al contar con mis muñecas atadas entre sí y mis tobillos amarrados con tal ímpetu que el rozar de la áspera cuerda contra mis extremidades me provoca un dolor palpable.

Me muevo de un lado a otro como si de un gusano se tratase, para liberarme de mi retención, pero ninguna de mis acciones logra alcanzar mi objetivo.

Pero, manteniendo la esperanza, una gota de emoción repentinamente llega a mí cuando me percato que por algún motivo han dejado mi boca sin ninguna forma de restricción, dándome la oportunidad de utilizar mi voz para pedir ayuda.

Con mi cuerpo temblando de temor y mi corazón latiendo con tal fuerza que golpea con tormento contra mi pecho, comienzo a gritar lo más fuerte posible, tan alto que hasta mis pulmones duelen por la falta de oxigenación en esta habitación.

—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Alguien, por favor! ¡Necesito ayuda!

Lágrimas involuntarias corren hacia mis ojos para llenarlos del agua salada por el sentido de alarma que ha llegado a mi sistema nervioso, alterándome porque no sé qué está pasando ni por qué ha sucedido.

—¡Por favor! ¡Alguien que pueda ayudarme! — Mi voz provoca un fuerte eco por las cuatro paredes que me rodean, —¡Mi nombre es Vanessa Huxley! ¡Necesito ayuda!

A pesar de sentir un par de lágrimas salir de mis ojos, éstas se quedan estancadas en el pedazo de tela sobre mi mirada, humedeciéndola al instante.

—¡¿Alguien que me escuche?! Mi nombre es—

Mi cuerpo brinca tras oír lo que parece ser una puerta siendo abierta con tal coraje que choca contra la pared detrás de ella para rebotar un par de veces, ocasionando que mi corazón busque salirse de mi pecho por el miedo que cargo en estos momentos.

—Ya te escuchamos, puta—. Una voz profunda y rasposa llega a mis oídos, al igual que fuertes pisadas acercándose a mi dirección.

—Deja de hacer tanto escándalo si es que no quieres que te calle a mi manera—. La misma voz añade, incrementando en volumen al aproximarse al área en la que me encuentro.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué me tienen aquí? — Pregunto con desesperación para tratar de comprender todo esto.

Frunzo la entre ceja tras escuchar carcajadas de su parte, encontrando graciosas mis preguntas.

—¿Quién te crees que eres para cuestionarme a mí, idiota? — Me pregunta con diversión.

—Creo que esto es un malentendido. Mi nombre es Nessa Hux—

Una patada sobre mi abdomen me interrumpe de continuar al sentir todo el aire de mi cuerpo siendo liberado hacia afuera para dejarme sin oxígeno en mi sistema, un agudo dolor recorriendo mi torso para obligarme a guardar silencio.

Amarlo Fue RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora