Día 126: El Permiso

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El alto volumen de sus voces se escucha en las afueras de la habitación, expresando tantas profanidades y pensamientos oscuros que pareciese me estuvieran gritando al oído.

La molestia excesiva de Gris hacia sus compañeros es notable con cada palabra que expresa con su áspera voz, dándoles a conocer no solamente sus macabras ideas tal como se cruzan por su mente, sino también críticas hacia sus actos que a sus ojos no tienen sentido.

La manera en la que denigra a los demás es tan fluida y clara que parece salir naturalmente de su boca, sin importarle lo que puedan sentir Azul y Rojo. Bueno, qué puedo esperar de un secuestrador, no es como que porte valores y principios que dicten su comportamiento ético.

Al continuar escuchando su discusión interminable, procedo a colocar sobre mi torso el trozo de tela que Rojo rodeó sobre mis hombros la noche anterior, con el fin de cubrirme un poco del frío que inunda la habitación.

Siento que llevo una eternidad en este sitio, pero en realidad ignoro cuánto tiempo ha transcurrido desde que me captaron.

—Esos hijos de puta se creen superiores a nosotros, ¿y tú vas a permitir que se burlen así de ti? — Gris enuncia en gran volumen tras golpear una superficie con tal ímpetu que provoca un ruido escandaloso en el pasillo.

Sus insultos se reflejan en el estremecer de mi pecho por las fuertes energías negativas que fluyen en el aire, ocasionando más nerviosismo en mi cuerpo porque cuando Gris se altera, solo significa una cosa:

Yo seré la persona con quien desquitará toda su furia.

Presiono los párpados con gran fuerza al inundar mi cabeza entre mis piernas, buscando desviar las voces para inundarme en mi mundo imaginario y salir de este lugar.

En ocasiones ocupo mi mente con escenarios ficticios o fantasiosos solo para llenar el espacio y entretener mis pensamientos en algo que me ocasione alegría, distrayéndome de la realidad en la que actualmente me encuentro. Y afortunadamente, mi imaginación activa es una gran vía de escape.

—¿Crees que no estoy consciente de ello, imbécil? — La dominante voz de Azul retumba contra las paredes tras responderle a su secuaz.

— Si no fueran tan estúpidos, ya habríamos concluido con esto hace tiempo—. Les reclama a los demás.

—¡Parece que el que tiene que hacer todo aquí soy yo!— El líder añade.

Otro profundo golpe se escucha desde afuera.

Mi palpitación se eleva tras fracasar por ignorar su pelea, lágrimas llegando a mis ojos para además provocar que mis manos tiemblen con intensidad.

—Tan fácil como acabar con la pequeña zorra y listo—. Mi cuerpo se tensa al escuchar las palabras impulsivas de Gris.

No, no. No pueden hacerme esto. No estoy lista para que mi vida termine, y menos de esta forma.

Aún me queda todo un futuro por delante. No he experimentado ni lo más mínimo de la vida. Ésta no puede ser mi conclusión. No puede ser mi final.

De manera involuntaria, comienzo a hiperventilar, sintiendo como si les faltase oxigenación a mis pulmones y no hubiera aire en esta maldita habitación para ayudarme a respirar.

Mi pecho sube y baja de manera acelerada, provocando que mi labio inferior tiemble, mis palmas suden y gotas saladas comiencen a correr por mis mejillas.

—El acuerdo fue mantenerla aquí—. Rojo interviene por primera vez desde que inició su conflicto verbal, —Viva.

El nudo en mi estómago se aprieta, incrementando el dolor que se ha formado en mi zona abdominal.

Amarlo Fue RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora