La Traición

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ROJO

—¿Estás satisfecha o aún continúas con hambre?

Tomo a Nessa por la cintura con ambas manos para aproximarla a mi cuerpo, hasta que su rostro permanece a tan solo una corta distancia del mío.

—Porque puedo mantener esa boca tuya ocupada con—

El carraspeo de Clark me interrumpe de completar mi oración una vez que se sitúa a nuestro costado, para así proteger de mi pelirroja.

Las mejillas de mi novia se pintan de rosa al instante, pues mis palabras siempre aciertan para emocionarla en público.

El guardaespaldas me lanza una mirada amenazante para indicarme que no me sobrepase, pues numerosas personas se encuentran a nuestro alrededor mientras degustan de los diversos tipos de postres en esta dulce exposición culinaria.

—Con una mordida de una de las trufas que están ofreciendo en el puesto de allá—. Apunto hacia la esquina del pasillo para aclarar que mi intención es limpia e inocente.

La risa jovial de Nessa llega a mis oídos para brindarme felicidad pura, pues no importa donde estemos, un minuto a su lado es un minuto de plenitud para mí.

—Me agrada esa idea, pero prefiero degustar el pastel con ganache de chocolate y nuez que están dando en aquél otro puesto—. Me observa con un brillo en sus hermosos ojos verdes.

Manteniendo la compañía de Clark junto a nosotros, caminamos sobre el enorme sitio que anteriormente era un museo para niños, pero que transformaron para convertirlo en un espacio para dar a conocer delicadezas culinarias en la ciudad.

Cuidadosamente, volteo hacia mi entorno cada tantos minutos, asegurando que no haya ningún rostro familiar que pueda encontrarme con Nessa, pues eso la pondría en riesgo.

—Mira—. Nessa exclama al señalar una gigante figura de caballo, elaborada con nada más que chocolate oscuro.

Los tres nos situamos delante de la creación, admirando cada detalle que el artista impregnó en su obra de arte.

—Sabes, de niña practiqué equitación—. Nessa me informa con orgullo.

—Obviamente—. Le respondo con sarcasmo.

De inmediato suelta mi mano para observarme con una expresión llena de ofensa.

—¿Te estás burlando de mí? — Arquea una ceja.

—Un poco.

Una sonrisa se forma en mis labios por su actitud de niña infantil.

—En cada familia como la tuya hay una hija que practicó equitación, un padre que juega golf, una madre que inicia su día con yoga o pilates, y algún hermano o hermana que destaca por su inteligencia o gran habilidad para un deporte en equipo—. Le recalco.

Sin poder evitarlo, su sonrisa crece de lado a lado, puesto que mis palabras están llenas de razón y han dado justo en el blanco.

—Bueno, pues te informo que gané primer lugar en cada uno de mis torneos—. Cruza sus brazos sobre su pecho.

—No me sorprende—. Subo mi mano para tomar sus mejillas entre mi agarre, —Luces como una mujer victoriosa que alcanza cada meta que se propone. Y, mi corazón es suficiente evidencia para demostrarme que eres capaz de ganar lo que sea.

Me inclino hacia su rostro para plasmar un suave beso sobre sus labios que anteriormente pintaban de rojo, pero que han sido despintados tras deleitar los alimentos en este lugar y por el afecto que hemos compartido toda la tarde.

Amarlo Fue RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora