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La casa de Jimin era un desastre de gente enloquecida, faltaba media hora para que llegaran los "invitados" de la tan amplia lista que había elaborado su mamá, básicamente se componía de Yoongi, (que ni si quiera contaba como invitado ya que estaba ayudando a inflar los globos y acomodar las mesas desde temprano) Hoseok, Taehyung, Jungkook, Seokjin y unas tías de Jimin, quien gracias a eso descubrió que la tía de Paraguay SÍ existía, pero aún así su mamá la había usado de excusa mientras, como Jimin siempre sospechó, hablaba con Chris.
—JIMIN ¿¿¡¡DÓNDE DEJASTE LA CINTA SCOTCH??!!
—EN LA MESA POR DIOS MAMÁ DEJÁ DE GRITAR.
—BUENO PERO NO ME GRITES.
Jimin puso los ojos en blanco mientras Yoongi y Chris se reían a carcajadas de la situación, se notaba demasiado que eran madre e hijo.
—¿Y siempre son así de ruidosos?—preguntó el mayor, Yoongi asintió con la cabeza mientras ambos miraban como de fondo Jimin y su mamá se peleaban, Jimin la amenazaba moviendo la escalera simulando que la iba a tirar y Yuna intentaba pegarle a su hijo con una ojota que más tarde optó por lanzarle a Jimin haciendo que este se quejara entre risas, a veces más que madre e hijo parecían hermanos. Yoongi amaba eso incluso cuando la relación con su madre era similar, la mamá de Jimin lo hacía sentir en casa porque le recordaba a su mamá, y cuando ella tenía que salir a viajes de días y hasta semanas por el trabajo, a Yoongi le gustaba ir a casa de Jimin, siempre había sido así, hace mucho que ese se sentía como su hogar.
Sonrió cuando recordó la vez que jugaban con Jimin en la calle él tenía 14 y Jimin 12, ésta vez él fue quien se tropezó corriendo (casi siempre el torpe era el menor) y se raspó la rodilla con el asfalto, Jimin corrió a su casa a buscar a su mamá quien se preocupó cuando vió al mayor sentado en el suelo con lágrimas en los ojos y bastante sangre en la rodilla, limpió las lágrimas que caían por sus mejillas cuando la mamá de Jimin estuvo lo suficientemente cerca y eso le llamó mucho la atención. Prefirió no decir nada por el momento, acompañó a Yoongi a la casa y le pidió a Jimin que buscara el botiquín en el baño, cuando Jimin subió las escaleras volvió su vista al mayor quien jugaba con sus dedos mientras observaba la herida. —¿Si sabías que llorar no está mal Yoonie?—Yoongi subió la vista a la mujer y asintió con la cabeza, regalandole una sonrisa bastante forzada.
—Solo quiero que sepas que cualquier problema que tengas, Jimin y yo vamos a estar acá para vos. Yoongi sos parte de la familia, cada vez que pasas por esa puerta quiero que sientas que estás entrando a tu hogar, porque eso es.—Y entonces los ojos de Yoongi se iluminaron, nada ni nadie podía apagar el brillo de emoción que tenía en ese momento, sin decir nada abrazó a la mujer frente a él y soltó varias lágrimas que se había esforzado en retener. Cuando Jimin llegó y vió la escena se unió a aquel cálido abrazo en silencio y aquello hizo que el pálido chico de ojos rasgados se sintiera aún más especial, ¿a caso eso era un hogar? ¿así se sentía? no lo sabía, pero no quería que aquél sentimiento se vaya jamás. Desde ese entonces y hasta ahora, Yoongi estaba agradecido con Jimin, no sólo encontraba su hogar en ese pelinaranja enano y sarcástico que a veces le sacaba canas verdes, lo encontraba en su mundo, en el que desde un principio había compartido con él sin ningún tipo de problema, ese en el que no importaban los años que pasaran, ni si se había perdido por un tiempo, siempre volvía a sentirse como en casa.
