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Hoy era el día que mi hermana salía del hospital, en este momento estoy caminando hacia la guardería para poder ver a mi sobrino.

Voy hacia la cuna en la cual le acosté ayer en la tarde pero no estaba allí y voy con la chica que cuida de los niños.

—Buenos días —menciono apresurada—. Ayer dejé a un niño de cabello castaño, ojos azules y ahora no está en la cuna, estaba vestido con un pantalón negro y camiseta azul —ella asiente.

—Se lo llevó su madre hace dos horas —habla con tranquilidad.

—Gracias —susurro y salgo de la guardería hacia la habitación en la que estaba mi hermana ayer.

Abro la puerta y hay una enfermera arreglando la camilla.

—¿La señorita Danvers? —ella me observa.

—Se fue hace unas horas —asiento.

Tardo unos minutos en saber que debería hacer hasta que Jefferson llega a mi mente.

—¿Sabe dónde se encuentra el doctor Jefferson? —coloca la almohada sobre la camilla y me observa.

—Creo que había dicho que estaría en el laboratorio con su ensayo —guardo la información.

—Gracias —ella asiente y yo camino a toda prisa hacia el laboratorio.

Mis hombros se chocan con varios doctores y enfermeras pero eso no detiene mis pasos por ningún motivo. Al llegar hacia el laboratorio ingreso sin pensarlo y le agradezco al cielo por no encontrarlo follando entre los tubos de ensayo.

—¿Tú tramitaste el alta de mi hermana? —cuestiono de forma apresurada.

—Cálmate, Danvers —se quita las gafas y me observa—. Su alta la iba a tramitar al mediodía —menciona haciendo una mueca—. ¿Por qué la pregunta? —arruga el entrecejo.

—Se fue —susurro en un hilo de voz—. Ella se fue y se llevó a mi sobrino —sostengo mi cabello entre mis dedos agobiada.

En ese instante comienza a teclear con gran velocidad en su portátil y a abrir un par de cosas hasta que se detiene a leer.

—Yo no trámite nada —entrecierra sus ojos leyendo con atención—. Fue Sanders —frunzo mi ceño al oír lo que dijo.

—¿Estás seguro? —él asiente—. La mataré —hablo entre dientes y me volteo para salir.

—Tú no cometerás ninguna locura —se levanta a toda prisa y me detiene sujetando mis hombros—. Esto tendrá alguna explicación, Danvers —suelto una risa sarcástica.

—¡Pero esto se trata sobre mi familia! —exclamo—. Me importará una mierda las explicaciones que vaya a inventarse esa zorra —bufo—. Necesito encontrar a mi familia, ahora —intento zafarme pero me sujeta con más fuerza.

—Las cosas en caliente no acaban bien, Danvers —ruedo mis ojos—. Debes hacer las cosas bien, Karen —continúa serio.

—Está bien —susurro—. No haré nada, por el momento —remarco las últimas tres palabras.

—Bien —asiente—. Toma asiento, Danvers —suspira profundamente.

Observo como vuelve a sentarse y en ese momento salgo corriendo del laboratorio.

—¡VEN AQUÍ, DANVERS! —oigo gritar a Jefferson.

Voy hacia los postoperatorios de cirugía general y me detengo frente a Sanders, quien al voltear hacia mí me inspecciona de pies a cabeza.

—¿Puede explicarme por qué tramito un alta médica que a usted no le correspondía? —ella rueda su mirada.

—Ya no era necesario que estuviese aquí —se encoje de hombros—. Además, necesitamos las camas —alza sus cejas.

CÓDIGO AZUL © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora