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La sala de operaciones estaba envuelta en una tensa anticipación mientras Emma revisaba meticulosamente los instrumentos. Mis ojos se fijaron en la pequeña paciente acostada sobre la mesa, la vulnerabilidad de su figura contrastando con la eficiencia del equipo médico que se preparaba para el desafío.

—Todo estará bien, ¿verdad, Emma? —cuestiono mientras veo como utiliza la succión.

—Vamos a hacer todo lo posible, Karen —fija sus ojos en los míos—. Confía —responde con lentitud.

Helen, ingresa con mirada preocupada.

—¿Cómo va todo? —indaga mientras le colocan los guantes.

Emma suspiro y la observo.

—Tenemos un problema —Helen asiente y espera a que continúe hablando—, la situación es más complicada de lo que anticipaban los estudios, el tumor es más grande —la enfermera anufa la bata de Helen y ella se acerca al campo quirúrgico.

Pues sí, teníamos que extraer un tumor que estaba detrás del páncreas, pero a la hora de abrir el abdomen y extripar lo que pensábamos que era el tumor descubrimos que era mucho más grande, estaba llegando casi al estómago.

—Nunca creí que podría suceder esto —murmura Helen—. Llevo un año con esta niña, cuidando que el cáncer no se expanda en su abdomen y ahora... —suspira y niega.

—Necesitamos ideas, gente —Richard habla con autoridad—. No podemos permitirnos perderla y culpandonos no la salvaremos —insta, llamando a la acción al equipo—. No todo va ser exacto siempre; así que, hora de actuar y rápido —asentimos.

Las sugerencias resuenan en la sala, cada médico aportando su experiencia única. Karen, a pesar de su papel de observadora, siente la gravedad de la situación. La vida de la niña pende de un hilo, y el equipo médico debe encontrar una solución innovadora.

—Helen, ¿qué opinas? —pregunta Emma, buscando la experiencia de la cirujana pediátrica.

Helen propone una solución audaz, su voz resonando con determinación.

—Está bien, pero siento que Anya es muy pequeña para eso y su cuerpo ya está cargado de quimio —yo observo el abdomen de la niña.

—Podemos intentar abordar el problema desde este ángulo —señalo el lugar donde estoy yo—. Ajustemos nuestro enfoque, no hay que rendirnos, hay que hacer todo lo posible por continuar.

—Me parece buena idea, doctora Danvers —me siento contenta al oír eso por parte del jefe.

—Manos a la obra —dice Emma y nos ponemos en marcha.

Helen asiente, y la sala se llena de una nueva urgencia mientras los médicos implementan la estrategia propuesta. Observo cómo cada miembro del equipo se mueve con precisión y determinación, como un engranaje esencial en la maquinaria de la medicina.

—Forceps —pide Richard y yo coloco succión para quitar el exceso de sangre que había en el campo.

—Bisturí —le entregan el bisturí a Helen y ella corta la última parte que quedaba del tumor, ya llevábamos más de tres horas en el quirófano.

La tensión se mantiene en el aire, pero gradualmente, la situación mejora. Los doctores muestran una habilidad excepcional y una coordinación impecable. La sala de operaciones, antes llena de incertidumbre, comienza a vibrar con un sentido renovado de esperanza.

La galería está llena de gente, pero es como si no estuvieran allí, ya que la atención de todos está fija en el campo quirúrgico.

—Lo logramos —anuncia Richard, su voz llena de alivio y satisfacción.

CÓDIGO AZUL © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora