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Abro mis ojos y estoy nuevamente en mi habitación de hospital, tengo a Tamara sentada junto a mí, mientras observaba mi monitor con las pulsaciones y mi presión.

—¿Quién me trajo otra vez aquí? —murmuro y ella se voltea hacia mí, me sonríe y aprieta mi mano.

—Te subió la tensión y te desmayaste, pero ya está todo bien —utiliza un tono suave, la observo mejor y tiene su ropa de civil—. Max tuvo una cirugía de urgencia, pero pronto estará aquí —yo asiento.

—¿Ya acabó tu turno? —asiente—. ¿Por qué no te fuiste a casa con mi sobrina? —ella sonríe con ternura.

—Benjamín está con ella, yo quería quedarme hasta que tu guapetón vuelva a tu lado —ella se acomoda en la silla.

—Pero tú eres su mamá y necesitas estar a su lado —vierte agua en el vaso y me lo entrega—. Gracias, Tammy —doy un sorbo al agua.

—Está por cumplir un año, ya no le doy pecho y también necesito estar con mi amiga —observa la hora en su reloj—. Además, con Benjamín somos un buen equipo, ambos necesitamos nuestro tiempo libre; el día que usted, señorita, tenga un bebé lo vivirás y me darás la razón —yo suelto una risa.

—Eso no creo que suceda, Tammy —dejo el vaso vacío encima de la mesita que estaba a un lado de la camilla—. Yo quiero ser la tía que consiente a sus sobrinos —ahora quién ríe es ella.

—Lo mismo decía yo —me señala son su índice y se cruza de brazos por encima de su pecho—, y mira, tengo una niña de casi un año con un hombre maravilloso —asiento con lentitud.

—Pero la señorita Karen Danvers no quiere bebés, no es momento.

—¿Y el rubio quiere hijos? —simplemente me encojo de hombros.

—No nos hemos sentado a hablar del tema, ambos estamos centrados en nuestras carreras —ella recoge su cabello en un rodete.

—Casi destruye su carrera por protegerte del imbécil de Cavill —forma una línea con sus labios—, creo que le importas demasiado y que le interesas en serio, Kika —baja su mirada.

—Ya será el momento de hablarlo cuando toque, Tammy —suspiro y observo mi brazo, el brazo del que me arranque la intravenosa tenía una bandita, ahora tenía una intravenosa en mi mano—. No hay que apresurar nada, todo a su tiempo. Todavía hay que superar muchas cosas —cierro mis ojos un momento.

—A Cavill lo suspendieron un par de días y a ustedes, bueno, lo que les haya dicho en la oficina —en ese momento abro mis ojos.

—Por lo menos no lo veremos por unos días —paso saliva.

Alguien golpea la puerta y luego se abre, Max aparece detrás de esta ya cambiado, sin su uniforme.

—¿Cómo te sientes, preciosa? —se acerca a mí, sujeta mi mano y besa mi frente.

—Bien —le sonrío—. Estaba con una buena enfermera y amiga —observo a Tamara y ella baja su mirada mientras sonríe.

—Gracias por cuidarla, Lombardi —mi amiga niega rápidamente.

—Para mi no es molestia —se levanta de su lugar—, pero ahora ya está usted y yo debo volver con una niña que está haciendo luchar a su papá porque no se duerme —ambas reímos—. Te veo mañana, rubia. Y no vuelvas a moverte de aquí —me apunta con el dedo.

—Yo me encargaré de eso —Max me observa serio.

—Son muy pesados —me quejo y ambos ríen.

—Es por tu bien, Kika —ella besa mi mejilla—. Descansa —yo asiento—. Adiós, doctor Jefferson.

CÓDIGO AZUL © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora