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Max decidió que lo mejor sería que fuéramos a su oficina para hablar mejor sobre el tema.

Los tres se observan entre ellos, pero no hablan. Me siento demasiado incómoda aquí, como si este no fuera mi lugar correcto.

—Emm, creo que lo mejor sería que los deje —Linda y Max me observan confundidos—. Es un tema que no me incumbe —Linda se acerca a mí y me detiene.

—Por favor, quédate —veo súplica en sus ojos.

—No sé si deba... —susurro.

—Danvers, será mejor que estés aquí —habla Max y asiento lentamente.

Tomo asiento junto a Eli y ella me sonríe.

—Yo nunca tuve hijos y de haber sido así, Eva me lo hubiera dicho —se excusa Max.

—Tú engañaste a mi hija, Jefferson —suelta Eli.

—¡Era un adolescente de 17 años! —exclama él—. Y dudo mucho que ella sea mi hija —Linda hace una mueca.

Observo a Max molesta.

—Max, no deberías hablar así porque tú no sabes que pasaba por la cabeza de Eva que la llevo a no decirte —Eli suelta una risa seca.

—A él solamente le interesaba meterse en las camas de las chicas —escupe—. Seguramente tengas más hijos por California —Linda observa a su abuela.

—¡Abuela! —exclama ella—. Prometiste que no pelearías —Eli se levanta y camina hacia la puerta.

—No puedo estar cerca del hombre que arruinó la vida de mi hija —abandona la oficina.

—Lo siento... —susurra Linda—. Creo que no debí venir aquí —se levanta cabizbaja.

Max no muestra indicios de querer detenerla.

—¡Un momento! —ambos me observan—. Solamente necesitamos una prueba de ADN y estamos en el lugar indicado —me levanto del sofá y me acerco a la puerta—. Vuelvo en unos minutos, no se maten —salgo lo más rápido que puedo.

Me meto en una habitación de suministros y tomo todas las cosas que necesito para tomarle las pruebas a ambos.

Vuelvo a la oficina y continúan en las mismas posiciones en las que estaban cuando me fui.

—Espero que no le tengan miedo a las agujas —me coloco un par de guantes nuevos y tomo la banda de goma—. ¿Quién será el primer voluntario? —sonrío y los observo.

—Yo —musita Linda.

—La primera valiente —coloco la banda elástica y la ato en su antebrazo—. Tú tranquila que solamente será un piquete —palpo la piel de su brazo hasta que su vena se marca a la perfección.

Inserto la aguja sobre su piel y veo como el pequeño tubo comienza a llenarse de sangre. Le entrego un algodón y ella lo presiona.

—Primera muestra lista —le coloco la etiqueta correspondiente.

Cambio mis guantes blancos y observo a Jefferson.

—Su turno, doctor —extiende su brazo hacia mí y le coloco la banda elástica.

Comienzo a palpar su brazo, pero no sobresalta ninguna vena.

—Max, relájate porque no podré hacerlo bien —quito la aguja de su paquete—. Jefferson —lo regaño.

—Ya, perdón —inspira profundamente—. Estoy nervioso, Karen —le sonrío.

Vuelvo a palpar su brazo con mis dedos y, en esta ocasión, sus venas se muestran ante mí.

CÓDIGO AZUL © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora