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Paso mi lengua lentamente por el tronco de su dura polla y le observo de forma tentadora, tiene la cabeza hacia atrás, los labios apretados y ojos cerrados.

Me introduzco toda su polla en la boca, subo y bajo mi cabeza en una velocidad media para luego ir aumentadola. Su mano me sujeta por el cabello y guía cada movimiento pero comienza a moverse un poco él de forma que, literalmente, mi boca es follada por su pene.

Su líquido caliente se esparce en mi cavidad bucal, bajo su atenta mirada lo trago y paso sensualmente mi lengua por mi labio inferior, causando que sonría de lado.

—Eres candente, nena —me toma por la barbilla y planta un beso en mis labios.

—Lo sé —sonrío victoriosa y me alejo para comenzar a vestirme.

—¿Te irás? —levanto mi cabeza de los botones de mi pantalón y le observo con una sonrisa burlona.

—¿De verdad pensabas que iba a quedarme a dormir junto a ti? —me río carente de gracia—. Cambia ese pensamiento, querido —termino de abotonar el pantalón.

Tomo mi bolso y él me detiene.

—Quedate un poco más, nena —me acerco a sus labios.

Veo como cierra sus ojos y sonrío para mis adentros, en un rápido movimiento mi rodilla golpea su entrepierna y se encorva sosteniéndose las bolas.

—Recuerda que no me quedaré a pasar noches contigo, que no sean para tener sexo, desconocido —escupo y salgo del lugar con aires de victoria.

|| ... ||

Mis dedos golpean el volante de mi coche mientras que observo la hora en mi teléfono.

—Carajo, voy tarde —golpeo mi frente contra el volante y la bocina del coche suena provocando que me sobresalte.

Veo que ninguno de los coches que hay frente a mí y los demás no se mueven.

—Un perfecto primer día de trabajo para ti, Karen —refunfuño.

Observo a los coches a mis alrededores y todos están igual de desesperados o peor que yo. Ruego internamente porque los malditos coches comiencen a moverse porque estoy a punto de pasar por encima de cada uno.

Alrededor unos veinte minutos después los coches comienzan a moverse y yo trato de mover mi coche lo más rápido que puedo.

Luego de unos minutos llego al hospital. Literalmente, ingreso corriendo. Choco con alguien que impide que siga corriendo, ya que caigo al suelo.

—¿Podrías ver por dónde cojones caminas? —gruño enfurecida.

—Pero si fuiste tú quien venía como una loca —una voz varonil llega a mis oídos.

Le observo y es un hombre bastante guapo; tiene el cabello rubio oscuro, ojos azules penetrantes y un cuerpo bastante fornido, la camisa que llevaba lo delataba.

Me coloco de pie y sacudo mis pantalones bajo su mirada.

—Tengo prisa y tú harás que llegue más tarde a la bienvenida de los nuevos residentes al hospital —él ríe por lo bajo—. ¿Qué es lo chistoso? —lo observo de forma retadora.

—Esa tal bienvenida ha acabado hace dos minutos y fui yo quien la dio —explica tan calmado.

—¿Y tú quien te crees que eres para dar una bienvenida a nuevos residentes? —alzo una de mis cejas y él sonríe.

CÓDIGO AZUL © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora