~00~

5.4K 339 122
                                    

Katsuki POV

El humo a cigarrillo mezclado con el olor a alcohol fue lo primero que me recibió al entrar a un pequeño bar ubicado a las afueras de la ciudad.

Llevaba ya un par de días investigando la zona, pues según testimonios de la policía local, por estas calles se ocultaba un maldito estafador que se encargaba de robar a la gente pidiendo inversiones para fundar empresas fantasmas que, como su definición lo dice, luego jamás aparecían.

La policía aseguraba tener pocos datos al respecto del responsable detrás de todas estafas, pues según los testimonios de las víctimas, siempre daba un nombre diferente o se aparecía asegurando pertenecer a una empresa completamente diferente a la anterior, y como si eso no fuese suficiente, parecía ser que el maldito llevaba, por lo menos, un año actuando de esa manera.

Según los cálculos, la cantidad de dinero que había conseguido estafando debía oscilar cerca del medio millón de yenes, por lo que el desgraciado sabía perfectamente como engañar a la gente y cómo desaparecer en el momento oportuno. Y lo peor del caso es que en las últimas semanas de habían reportado más casos de estafas en la zona.

En cuánto a la información que se tenía acerca de su apariencia, no era muy precisa, pues mientras unos aseguraban que era de tez blanca, otros juraban que su tono de piel era más aceitunado; también había quienes decían que tenía pecas y otros que jamás vieron estas en su rostro, y lo que me parecía más difuso era lo que decían acerca de su estatura, pues gran parte de los afectados decían que no era una persona alta, mientras que otros se cansaban de prometer que su estatura estaba bastante cerca del promedio. Y eso era lo las desconcertante, pues si bien, las pecas son algo que cualquier idiota podría pasar de lado o confundir, la altura no, es imposible no darse cuenta de si una persona es alta o no.

Una cosa era clara; ninguno de esos testimonios era lo suficiente para definir la apariencia del idiota escurridizo, así que como única opción, me quedaba el merodear por los sitios donde se habían reportado sus últimas estafas con la esperanza de que, con un poco de suerte, lograra encontrar a alguien que fuese lo suficientemente sospechoso como para interrogarlo.

—Ahh, Bakugou ¿Puedo preguntar que hacemos en un bar? ¿No se supone que estamos en horario de trabajo?

Había olvidado mencionar a mis compañeros de trabajo; tres tontos con los que llevaba años de amistad y con los que había fundado la empresa privada para la que trabajábamos.

El primero de ellos era Ejirou Kirishima, un tipo al que le gustaba teñir su cabello de rojo intenso y que aunque a veces lo ocultaba, era el más sensible del grupo.

Después estaba la pelirosa Mina Ashido, la única mujer del equipo y también la más astuta al momento de recolectar evidencia. Era la que siempre quería tomar la iniciativa y por lo mismo a veces hacía falta frenarla para evitar que su entusiasmo tirara abajo la investigación.

Y por último estaba Denki Kaminari, un tipo con una cabellera rubia más intensa que la mía y cuya personalidad era ser el más cómico del grupo y a veces también el más tonto, pero esto ayudaba a disminuir la tensión cuando era necesario; también era la persona ideal al momento de hablar con los demás para obtener información sin que pareciera que estuviera realizando un interrogatorio.

Había un cuarto integrante, Sero Hanta, pero este último se encargaba de la administración de la empresa, es decir, recibía las solicitudes de contrato, las seleccionaba y después nos las hacía llegar. También regulaba la contabilidad y se encargaba de establecer contactos con otras empresas u organismos importantes.

Eramos un equipo pequeño pero realmente funcional y llevábamos operando un par de años.

—Tsk, ¿Por qué crees que estamos aquí?, idiota—Le respondí a Kaminari—No puedo creer que llevemos tres años en este trabajo y aún me preguntes porque de repente entramos a sitios al azar.

Detective || KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora