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—¿¡Cerrado!? ¿¡Qué estúpida broma es esta!?

—Solo temporalmente, Bakugou, solo estará cerrado hasta que las remodelaciones estén finalizadas.

Eran las siete de la mañana del martes, y me encontraba frente a la puerta del gimnasio al que solía asistir a entrenar.

Se suponía que este día no fuese diferente y pudiera entrenar con libertad y retomar mi rutina matutina -que había dejado un desplazada desde hace un par de semanas-, pero al llegar a primera hora me encontré con un patético letrero que decía en letras enormes y rojas que el lugar estaría cerrado temporalmente, y con el dueño del establecimiento echando llave a la puerta.

—¿Y qué se supone que haga mientras, Shinsou? ¡Ni siquiera he podido venir de manera regular durante las últimas dos semanas! ¿Y ahora que quiero recuperar mi absurdo buen hábito me dices que cierras? ¡Tienes que estar jodiendo!

—Lo siento, todo es con fines de salubridad—Respondió el sujeto cuyas ojeras eran las segundas más grandes que había visto después del oruga—Tendrás que buscar otro gimnasio mientras los arreglos están listos.

—Tsk, ¿Cuánto tiempo llevará eso?, maldita sea.

—Espero que solo un mes—Dijo acompañando con un movimiento de hombros—En mayo podrás volver.

—Joder, este es el único gimnasio decente en la zona—Me quejé—¿Y mientras que mierda planeas hacer?

—No lo sé, tal vez lo tome como un tiempo de vacaciones. Como sea, puedo vivir un mes sin trabajar, además de que tal vez vaya a visitar a mis padres durante un par de semanas ¡Hace tanto que no los veo!—Prolongó su respuesta mientras guardaba en su bolsillo las llaves del local. Yo me crucé de brazos mientras esperaba a que nuevamente me mirara a la cara.

Entendía la situación a la perfección y hasta cierto punto agradecía que se preocupara tanto por la salubridad de su negocio, pues de otra manera ni loco entrenaría en un lugar así, pero, ¿Qué carajos se suponía que debía hacer hasta entonces?, es decir, había venido, apenas, unas cinco veces en las últimas dos semanas, ¡Y ahora me salía con la mierda de que no podría hacerlo de nuevo hasta que pasara un mes!
Entendía, también, que no era su culpa que no hubiera venido antes, pero, ¡joder!, habían pasado tantas cosas los últimos días que me fue imposible no controlar mis hábitos.

Era molesto.

—Suerte buscando un gimnasio temporal, Bakugou—Dijo el tipo de cabello morado tomándose la libertad de palmearme el hombro—Lamento, también no haberte avisado con el tiempo suficiente para que buscases otra opción, pero prometo que trataré de avisarte cuando sea posible venir de nuevo.

—Esa tontería no me soluciona nada—Contesté inconforme moviéndome de mi sitio para liberarme de su agarre—Pero más te vale avisarme cuándo estés de vuelta o prometo que no volveré a pisar tu negocio jamás.

—Seguro, esta vez no lo olvidaré—Dijo tranquilamente para después ajustar el gorro de su sudadera y despedirse con un gesto de mano.

Quedarme en medio del frío matutino era la mejor opción si quería perder mi tiempo, así que una vez el de cabello morado se perdió de mi vista me alejé, con las manos en mis bolsillos, del local mientras pensaba en una solución para mi repentino problema.

Necesitaba entrenar, no solo porque quisiera fortalecerme -que de paso, ya era un beneficio que de alguna u otra manera aumentaba mi ego-, sino que también necesitaba liberar estrés y el ejercicio era la mejor opción para eso; además de que solía tener buenos hábitos y odiaba dejarlos de lado tanto tiempo.

Entonces no teniendo más remedio, me resigné a tener que correr en un estúpido parque donde mucha otra gente hacía lo mismo durante aproximadamente una hora; no era equivalente a mis rutinas en el gimnasio de Shinsou, pero servía de algo.

Detective || KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora