~03~

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—¿Nosotros? ¡No, para nada!—Respondió la cara redonda para luego soltar una carcajada—Izuku y yo somos mejores amigos—Agregó rodeando por el cuello al incómodo pecoso y tirando de él hacía ella—¿No es así, zuzu?

Yo casi suelto una risa al escuchar esa forma de llamarlo, es decir, era claro que tenía que ver con su nombre, pero me resultaba peculiarmente gracioso y si lo meditaba, no sentía que fuese un apodo con el que podría dirigirme a él.

—O-Ochako-san, necesito respirar—Pidió el peliverde en medio del forcejeo que le daba la tipa. Incluso yo podía sentir que se estaba aferrando mucho en su agarre—Y sí, s-solo somos mejores amigos—Agregó entrecortadamente.

—¡Qué lástima! Pensé que eran una linda pareja.

—Una linda pareja de amigos—Repitió la castaña liberando su agarre y sonriendo con tanta seguridad que no cabía dudas de que decía la verdad.

Izuku, por fin libre, respiró aliviado antes de escurrirse sobre la mesa y mirarme por encima del servilletero; era tan transparente que podía percatarme de que pensaba en algo, pero a pesar de eso, no podía imaginarme en qué.

Entonces la charla se volvió tan poco interesante para mí. Camie, Momo y el dos colores comenzaron a hablar del partido, mientras que Izuku se mantenía enfocado en su comida y yo pensaba en todas las posibles actividades que estaría haciendo en lugar de estar en un restaurante al otro lado de la ciudad. Por otra parte, la cara redonda revisaba cada tanto su teléfono, más de lo que creía prudente en una cena, pero al parecer eran cosas del trabajo.

Y hablando de trabajo, en algún momento de la conversación se tocó el tema, confirmando así mis teorías acerca de que la tipa era trabajadora en una sucursal del banco principal de la ciudad. Momo, por otro lado, era guionista en un programa de televisión y Camie trabajaba como traductora, mientras que yo sostenía la cortina de la empresa de servicios. Claro, tanto Momo como Camie sabían la verdad de mi profesión, pero eran conscientes de que no podía andar por la vida diciéndolo libremente, así que simplemente guardaban el secreto y se limitaban a no decir algo, así que fue fácil no llamar la atención al hablar de mi trabajo... o eso pensaba, hasta que vi al tipo bicolor alzar las cejas con curiosidad cuando mencioné dirigir una empresa de servicios.

Es decir, no era una acción que dijese mucho en realidad, pero el tipo era más frío que el jodido hielo y más serio que -inclusive- yo, por lo que verle hacer un pequeño gesto me hacía pensar en dos posibilidades: le interesaba saber más acerca de la supuesta empresa de servicios, o bien, simplemente no me había creído ni una palabra.

Tal vez la segunda opción era la más probable.

Por otro lado, Izuku solo me miró con curiosidad mientras yo hablaba de manera general.

Y finalmente, alrededor de las diez de la noche, nos despedimos los unos de los otros.

Yo estaba jodidamente agotado, un poco fastidiado y solo pensaba en tirarme a dormir toda la maldita noche, pero aún no podía darme el lujo de regresar a la comodidad de mi departamento, no hasta que hubiese dejado a Camie en el suyo.

Una vez más maldije el hecho de haber recorrido la ciudad entera sólo para ver un patético partido de soccer.

—Te dije que estaría bien ir al partido—Dijo interrumpiendo la aburrida y molesta estación de radio que servía para no dejar el ambiente en completo silencio—Ha sido divertido, ¿Qué no?

—Meh, no me esperaba nada en realidad—Contesté indiferente haciendo caso al estúpido semáforo que justo había cambiado a rojo y me había obligado a detenerme.

—Lo único que no esperaba era encontrarme a Momo después de años.

—Hablando de eso ¿De dónde diablos la conoces?

Detective || KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora