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Izuku POV

El timbre de la entrada sonó, ensordeciéndome durante unos segundos y obligándome a salir del pequeño ataque de ansiedad que buscaba controlar. Dejando sobre la mesa ratona el teléfono que azotaba contra la palma de mi mano como desahogo de mis nervios, me levanté y respiré profundamente antes de dirigirme a la entrada. Antes de abrir sentí un pinchazo en mi pecho al pensar en la ínfima posibilidad de que al otro lado de la puerta fuese el rubio de ojos cereza quien esperaba impaciente a que le abra para dialogar con calma, aunque sabía de sobra que no era así.

Al dejar que la luz de mi departamento se mezclara con la del pasillo me encontré con los ojos preocupados de Ochako que sostenía en una mano un paquete de pañuelos desechables y en la otra una bolsa de compras de un minimarket ubicado al otro lado de la calle.

—Adelante—Murmuré con dificultad, retirándome de la puerta y permitiéndole la entrada. Ella ingresó en silenció y bastó con girarme a verla para saber que, una vez más, no podía ocultarle en nada.

Chako extendió sus brazos hacía a mí, sin importar que en el trayecto hubiese dejado caer la bolsa al suelo, y como si yo fuese un niño pequeño busqué calma en ellos. Ella me acarició los rizos mientras yo me soltaba a llorar, era la segunda vez en el día que terminaba por romperme frente a ella.

—L-Lamento que me tengas que ver otra vez de esta manera en menos de veinticuatro horas, Chako-san—Articulé con voz ahogada aferrandome a su abrazo—E-Esto no salió como esperaba.

Y no mentía, lo que acababa de ocurrir, Kacchan echándome de su vida justo después de haberme confiado algo tan importante, era un escenario que mi paranoia no me había hecho imaginar con anterioridad, y dolía. Dolía más que cualquier ruptura amorosa que hubiera tenido antes, y era aún peor al pensar que aquello ni siquiera había sido una relación concreta.

Mi plan era tener una charla tranquila hasta llegar a decirle la verdad -por ello me comunicaba con Chako en mis escapes a la cocina-, mi plan era ser sincero y pedir disculpas de todas las maneras posibles. Tal vez las cosas hubiesen sido diferentes, o muy probablemente el resultado hubiese sido bastante similar, pero de esa manera estaría más que merecido; además, me hería profundamente que la decisión la había tomado gracias a que le había mentido directamente y fingía no tomarle importancia.

Odiaba cada una de mis malas decisiones tomadas en los últimos meses, y odiaba no haber hecho nada para frenarlas hasta que me sentí ahogado y busque el valor para afrontar a Todoroki-kun.

—Zuzu, sabes que conmigo no debes de disculparte por esas cosas—Me respondió mi mejor amiga con terneza—¿Qué tal si mejor me dices concretamente que pasó y que sientes?

Sollozando un poco, me separé de mi amiga para tomar un pañuelo desechable y limpiar mi rostro para comenzar a hablar y citar todas y cada una de las palabras de mi reciente conversación con el pelicenizo.

La castaña me escuchó atenta, haciendo únicamente pausas para ir a preparar un poco de té para relajarme y para pasarme un pañuelo desechable nuevo. Me dejó hablar hasta que no tuve más que decir y solo hasta entonces ella dejó su propia taza de lado y me palmeo la rodilla en un gesto reconfortante. Yo no sabía que pasaba por su cabeza, pero era casi un hecho que estaba pensando en lo mismo que yo: era una situación muy difícil -por no decir imposible- de resolver.

—Y ahora estoy al borde del colapso—Finalicé respirando con profundidad. Tal vez ya estaba en el colapso, hacía bastante que no sufría de un ataque de ansiedad tan fuerte como ese.

—Uh, sabes que no soy experta en estos temas y es más que obvio que jamás he pasado por algo remotamente similar...

Claro que lo sabía, estas cosas solo le podían pasar a alguien con suerte tan mala como la mía. Seguramente ni los gatos negros atraen tanto infortunio como yo.

Detective || KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora