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El despertador sonó a las seis de la mañana, ensordeciéndome entre sueños y obligándome a despertar para comenzar mí día.

Era temprano para el horario que solía tener los fines de semana, pero de igual forma no tenía pesadez al despertar a tales horas un día más de la semana.
Con tranquilidad que solo obtenía conmigo mismo en silencio, me encargué de verificar una vez más que todo estuviese en orden para el recorrido que tenia planeado, después procedí a ducharme, y luego de estar cómodo me enfoque en preparar un poco de café amargo y guardarlo en un termo para el viaje.

Cuando el reloj me indicó que eran siete de la mañana tomé las llaves del mueble donde siempre las dejaba al regresar a casa y salí en dirección al departamento de Deku. Dado a que la actividad principal agendada para mi día era practicar montañismo, el cual ya cuenta como deporte, no asistí al gimnasio de la tipa con la que salía Kaminari.

Con la radio sonando en volumen moderado una de las canciones de moda y el tráfico fluido debido a la hora del día, llegué antes de tiempo a la dirección del pecoso y con un mensaje rápido le comuniqué que me encontraba a su espera en la calle frente al edificio donde vivía. Deku insistió en invitarme a pasar a su hogar mientras él terminaba de alistarse, pero ciertamente me parecía mejor esperar en el auto y pretender tener interés en como el mundo comenzaba a despertarse, así que me negué y me acomodé mejor en mi asiento.

Según el reporte del tiempo, que revisé a los pocos minutos de estar esperando, no se pronosticaban lluvias a lo largo del día, cosa que, a pesar de no ser supersticioso o algo similar, relacioné a lo que sería una buena señal, pues eso no estropearía mis planes de llegar a la cima de la montaña y apreciar el paisaje de un ganador con claridad.

Al faltar cinco minutos para las ocho de la mañana, una silueta, que a estas alturas ya reconocía a la perfección, se vislumbró al otro lado de los cristales polarizados del edificio donde vivía el Deku, y con una especie de emoción que era desconocida para mí, esperé impaciente hasta que la silueta se volvió nítida y me permitió ver al de ojos verdes con claridad una vez abrió la puerta.

Había seguido mi consejo y venía utilizando ropa deportiva, específicamente un conjunto de color verde aqua que de alguna manera parecía ir muy acorde a su personalidad y un par de zapatos deportivos de color rojo brillante que a mi gusto no combinaban del todo con el conjunto, pero de los que no me quejaba. También llevaba la mochila amarilla de siempre colgada en el hombro.

Sonriendo como si tuviera la energía recargada al millón se acercó al auto después de que me hice notar sonando la bocina y una vez quité el pestillo a la puerta entró y me saludó efusivamente.

Tal vez fue mi imaginación, pero percibía el ambiente más fresco después de su llegada.

—Veo que tomaste en serio mi advertencia de ser puntual—Bromee sarcástico abrochando de nueva cuenta el cinturón de seguridad y acomodando después el espejo retrovisor en la posición más adecuada—Sentí que envejecí cincuenta malditos años al estarte esperando.

—¿De qué hablas? Yo soy una persona puntual, Kacchan. Tú has sido quién llegó antes de tiempo—Replicó fanfarrón formando un chistoso mohín con la boca.

Según Deku, ese gesto planeaba ser el de una persona molesta, o eso había dicho durante la platica del otro día; pero más lejos de eso no podía estar, es decir, no lucía intimidante o disgustado, más bien parecía ser alguien que buscaba chantajear al otro pretendiendo ser tierno. Si no fuese yo una persona difícil de manipular mediante sentimentalismos, fácilmente perdería al ver ese gesto.

—Eso es porque soy más que puntual—Devolví con sorna—Ahora acomoda bien el cinturón de seguridad.

El peliverde sonrió negando con aparente desaprobación a mis palabras para luego ajustarse el cinturón y acomodarse en la posición más cómoda que pudo encontrar.

Detective || KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora