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Katsuki POV

Puta semana de mierda.

Esta semana había sido la peor en los últimos meses. Apenas había dormido bien, sentía mi pecho pesado desde la discusión con Deku y aunado a eso sentía un asqueroso sentimiento de necesidad mezclado con culpa. Y como si no fuese suficiente, las cosas en el trabajo estaban más estresantes que en los últimos meses.

Después de regresar a mi departamento aquella noche me fue imposible dormir en toda la jodida noche y aunque el domingo pude dormir un par de horas, no había descansado nada.

Tenía la necesidad absurda de querer llamarle, pero siempre que seleccionaba su contacto en mi teléfono, retrocedía diciéndome a mí mismo que yo lo había sacado de mi vida y que tenía que mantenerme firme. Me repetía a mí mismo una y otra vez que yo, Katsuki Bakugou, jamás me retractaba en sus decisiones por mucho que estas me jodieran la existencia.

Y como si eso no fuese suficiente, el domingo por la tarde recibí una llamada de los viejos preguntando porque no les había llamado desde mi cumpleaños y aprovecharon para preguntar por Deku. Un par de gritos y una pequeña discusión después me colgaron la llamada, pero no se llevaron el sabor amargo que me quedaba después de ver que tan emocionados estaban con el hijo de esa tal Inko que sabrá el diablo desde cuando era su amiga. A pesar de que insistía en preguntar por esa mujer de cabellos verdosos los viejos se negaban a decir algo y repetían cono disco rayado que mejor le preguntara a Deku acerca de ella, ¿Pero cómo diablos le preguntaría si ese imbécil ya ni siquiera era parte de mi vida? Era imposible.

Así que realmente hablar con ellos no me servía para una mierda.

El lunes llegué con un carácter de los mil demonios a la oficina y apenas visualice a los tontos con los que trabajaba les dije que se hicieran un favor y no me interrogaran. Supongo que mi rostro era lo suficientemente duro para que me hicieran caso y se guardaran sus palabras, pero no lo suficiente como para que se guardarán, también, sus miradas curiosas y preocupadas.

El martes Shinsou llegó con la noticia de que su gimnasio estaba otra vez en marcha y que tendría que regresar a atenderlo, pero no le deje huir y dialogue toda la jodida mañana con él para que no abandonara la investigación en un punto donde su participación resultaba crucial; yo odiaba sentir que rogaba por su ayuda, pero ya no había vuelta atrás, existía un contrato y buscar a otro extra retrasaría las cosas una vez más, y lo único que deseaba era acabar con el jodido caso cuanto antes y olvidarme del drama; así que sólo después de mucho exigir, y hacer una llamada al imbécil de Monoma -un viejo amigo de la universidad- para que cuidara de su local, aceptó seguir en la misión y apoyarnos hasta que los gusanos a los que buscamos sean atrapados.

El miércoles me apresuré a llegar al gimnasio de la tipa con la que salía Kaminari para cancelar mi suscripción. No estaba dispuesto a regresar a ese lugar que Deku frecuentaba tanto y aunque me tenté de sobre manera, ni siquiera me giré a ver hacía las escaleras que llevaban al segundo nivel.

Mentiría si dijera que no sentía un cosquilleo extraño en el pecho al pensar en la posibilidad de encontrarme con el pecoso una vez más, no sabía si era pánico, nervios o simplemente patética esperanza, pero era algo que sin duda nunca antes había sentido al echar a alguien de mi vida.

Ese mismo miércoles Shisou había mencionado que tal vez pronto obtendriamos respuestas, ya que desde hacía un par de días se había percatado que, al asistir al restaurante, era atendido por la misma mesera. Aquello no era una gran pista, pero podría significar algo y en el punto desesperado en el que me encontraba cualquier cosa valía; así que le pedí que me diera el nombre y después me volví loco al escuchar que el idiota de pelos morados no había alcanzado a ver su nombre ni una jodida vez.

Detective || KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora