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Recargado sobre la superficie lisa de vidrio mirando por encima de mi vaso con agua a Uraraka y a Todoroki charlar animadamente entre sí, así estaba yo.

Nos encontrábamos en el hogar de Uraraka-san, específicamente en el jardín, tomando un refrigerio mientras nos poníamos al día de lo que había pasado en las últimas semanas con nosotros. Eran reuniones que solíamos hacer de vez en cuando en las casas de cada uno de nosotros, la última vez había sido en casa de Tsuyu-chan y ahora había tocado venir a la casa de Uraraka-san.

Toda la semana había sido un caos emocional para mí, comenzando por aquella celebración improvisada en el departamento de Kacchan. Y es que después de que Kaminari hubiese terminado de contar sus chistes, aquel día, salió a flote el tema de los apodos y la extraña exclusividad que poseía al poder llamar a Kacchan de esa manera sin recibir un comentario hostil de vuelta; así mismo se sorprendieron de que él no me llamase por mi nombre bajo ninguna circunstancia, aunque hicieron menos comentarios acerca de eso, pues no era secreto para nadie que él acostumbraba a apodar a todos.

Y aunque después de eso no hubo más momentos incómodos, había sido suficiente para que algo cambiará entre nosotros.

El lunes llegó y con él la pequeña y apenas perceptible indiferencia de Kacchan. Todo comenzó cuando no le encontré en el gimnasio entrenando como todos los días y cuando le llamé para preguntar el motivo de su ausencia simplemente se limitó a decir que estaba agotado y que otro día asistiría. El resto del lunes no volvimos a comunicarnos.

El martes, últimamente, era el día en el que yo solía faltar al gimnasio -principalmente por el reacomodo de mi rutina- así que fue la segunda mañana sin verle. Pero este martes fue diferente, pues si bien no nos veíamos temprano, él solía pasar a verme después del trabajo y juntos nos dirigíamos a algún sitio donde pudiéramos divertirnos o donde pudiéramos cenar algo decente; este martes solo me quedó suspirar al ver que al terminar mi horario laboral no tenía ni una llamada o mensaje que me hiciera saber que estaba a mi espera, y como cereza del pastel sentí mi pecho estrujarse al no encontrarlo al exterior del local.

El miércoles fue casi igual, a excepción de que este día sí que obtuve mensajes suyos preguntándome cómo me encontraba y si todo estaba bien; mi ilusión de que todo volviera a la normalidad se esfumó al ser lo único que obtuve a lo largo del día.

Mi sentimiento de culpa me hizo buscarle el jueves, proponiendo ir a probar la comida de un local de comida extranjera que había anunciado su inauguración para esa misma tarde. Él aceptó y nos reunimos al terminar nuestras jornadas laborales; y aunque yo estaba más que familiarizado con un Kacchan serio, el que cenó conmigo ese día me descolocó por completo.

Y así llegó el viernes, el día donde mi inquietud me hizo preguntarle que era lo que sucedía, pero un frío "Nada, Deku, nada. Solo han sido días pesados, tú sabes, hay un maldito estafador al que hay que encontrar" fue la única explicación que recibí a su indiferencia. Pero yo sabía de sobra que debajo de esa respuesta escueta -que si he de ser sincero, ya me había hecho sentir lo suficientemente mal- se encontraba otra que no se atrevía a decirme. Y ciertamente tampoco insistí en saberlo, no era tonto, aquello venía a raíz de la manera en que negué cualquier tipo de relación con él frente a sus padres y amigos; y aunque el rubio admitiera que aquello le había sentado mal, yo no tendría el valor de decirle la verdad, y como consecuencia probablemente terminaría por perder cualquier tipo de relación con él.

Eso me asustaba.

Sabía que Kacchan era una persona que había desterrado al apego de su vida desde hace bastante, él mismo me había contado como a lo largo de su existencia se había alejado de personas a las que quiso mucho -el más reciente ejemplo era Momo-san y Camie-san-, además de haberme colocado en el filo aquella ocasión que no tuve de otra más que fingir molestia por su mentira más que justificada. Ser consciente de que aunque él quisiera mucho a alguien, si era necesario, era capaz de alejarle sin mirar atrás y sin sufrir de más, me ponía mal.

Detective || KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora