Cap12

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- ¡Iras! - demanda por enecima vez Takeshi desde mi closet.

- ¡Que no! - chillo desde mi cama.

Hoy no tengo ganas de salir a ningún lado, han pasado tres días desde que estuvimos en el hospital y los cólicos me están matando. Prefiero pasar el resto del día en mi cama, enrollada en las sábanas, con un libro, helado de chocolate y en pijama. Claro, quien no quiere estar tranquila cuando está en sus días pero no, no. Al gran hijo de...¡Alejandro! Se le a pasado por la cabeza venirme a buscar para yo que se.

¡LO MATO!

[Pero el no sabe]

{¡Igual!}

- ¡Ay! - chillo haciendome bolita en la cama.

- ¿Rasgados o negros? - miro a Tak que sostiene un shorts en cada mano - Se te verían mejor los rasgados con las medias pantys.

- No quiero ir. - le hago ojitos - ¡Me estoy muriendo!

Vuelvo a chillar haciendo que ponga los ojos en blanco. Pobre, desde que se vino conmigo no he hecho más que amargarle el día, y cuando se entero que Alejandro me invito a salir, no perdió la oportunidad de mandarme a volar.

- Mac cuando vas a entender que son solo cólicos.

- ¡Ah si! Como si fueras tú el que tiene que soportar esto. - me levanto de la cama arrebatandole el short rasgado de las manos y entrar al baño - ¡¿Por qué ustedes los hombres no sufren de un periodo menstrual?! - grito desesperada.

- Ya te sabes la respuesta Mac. - responde irritable - Y has el favor de tragarte una aspirina.

- ¡Ah si! Se me había olvidado. ¡Por la misma razón por la cual no dan a luz! - vuelvo a gritar - ¿Me podrías pasar las medias? - asomo mi cabeza por la puerta. El coreano va a mi gabetin y antes de que pregunte: - Están en el tercer cagón a la derecha, las que tienen diseño de mayas.

Regresando a mi, me entrega dichas medias con una polera blanca y un chaleco de jeans de mangas largas. Le tiro un beso al aire y cinco minutos después salgo para ponerme unos botines negros de trenzas.

- Lista.

Digo después de peinar mi cabello y aplicarme un poco de brillo labial. No sé a donde vamos pero por lo que me dijo Takeshi se comunico con Alejandro para preguntar como debía vestirme. Al final, resulto ser comodo.

- Tragártela, o sino Alejandro te lanzara por la ventanilla del auto. - giro sobre mis talones encontrando a Takeshi extendiendome algo, bajo la mirada a su mano y veo que es una pastillita.

Sin dudarlo. La tomo de inmediato poniéndomela en la boca mientras el coreano me pasa un vaso de agua. Su cara de perro rabioso me hace saber que esta cabreado a niveles inimaginables. - pobre - Inocente, le doy una sonrisa amistosa poniéndo ojitos de cachorro; se que no se puede resistir a mi ternura y como dije, no lo hizo. Las comisura de labios se curvaron haciendo que yo elevará los brazos en modo de celebración. El resto del rato lo pasamos leyendo y comiendo helado. ¡Yey! Bueno, yo hacía eso encerrada en la biblioteca, el estaba en la sala liberandose de mi.

Enfocada nada más en mi helado y mi libro, me sumerjo en las pajinas de una aventura en el desierto del Sahara. Dos arqueólogos investigan una antigua pirámide, y al entrar en ella encuentran un mapa que guía a un manuscrito en lengua egipcia. Se dice que el que lo encuentre y lea su contenido perfectamente sera guiado a un tesoro en la pirámide más alta. ¡Joder esto esta buenísimo! Los arqueólogo ya encontraron el santo manuscrito que estaba escondido entre las runas de una antigua ciudad, el problema es que ahora han sido secuestrados por unos bandidos, unas sanguijuelas, unos... Unos... ¡Ah! En fin. Están en problemas y no hay quien los salve y el tesoro esta en sus manos ya que presionan a uno que sabe a la perfección la lengua egipcia. ¡Hasta escribe en ella! Yo apenas se francés y un poco de coreano por Takeshi e italiano. Y alemán también, sin olvidar el inglés. Sigo leyendo atenta a cada cosa, hasta que uno de los arqueólogos logra soltarse de las cuerdas que le aprisionaban, sin que los guardias le vieran. Grito, salto y brinco, vuelvo al libro entre chillidos y cuando le informa hacer silencio a su compañero me cubro la boca como si el guardia pudiera escucharme a mi. Sigo atenta y cada pequeño ruido que hacen les digo que guarden silencio o los pueden descubrir escapando.

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