Escape

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Sonidos.

Me remueven en mi camita.

- Mac, preciosa.

- Déjame dormir Alejandro.

Murmuro tapándome con la sabana que me ha quitado.

- Vamos arriba, tenemos que irnos.

Levanto la cabeza y veo el reloj en la mesilla. 6:20am. Gruño.

- Son las seis de la mañana. ¿A dónde quieres ir a estas horas? - lo miro con un ojo abierto.

- La palabra, "escapar" te suena. - sonrío. Se me había olvidado. Hoy es sábado.

- Bien, ¿qué haremos? 

Me pongo de pie.

- Date un baño y acomoda te. Guarda un traje de baño y una toalla.

Pide caminando hacia la puerta.

- Y lo más importante. No hagas ruido.

Diciendo esto ultimo, sale de mi habitación. Me pongo en marcha siguiendo sus ordenes. Me ducho y coloco unos jeans negros de tiro alto, un suéter color vino y unos botines negros que llevo en mi mano. Empaco mi traje de baño y una toalla como a dicho Alejandro en un bolso. Salgo descalza a puntitas, me encuentro con el ojiazul en la escalera, me ve, y se nota que le causa gracia mi estado.

- ¿Por qué traes los zapatos en las manos? - me quita el bolso.

- Dijiste que no hiciéramos ruido y los zapatos hacen ruido. - alzo los mismos.

Asiente.

Tomándome de la mano, bajamos las escaleras sigilosamente. Observo a todos lados, no hay nadie en la casa que  nos pueda ver.

- ¿Dónde están todos?

- Con suerte. Durmiendo. - responde abriendo la puerta después de tomar las llaves. No hay nadie afuera.

- ¡¿Y la seguridad de esta casa?! - chillo en un susurro. Alejandro de ríe.

- Los fines de semana comienzan a las siete. No hay guardia.

Me coloco rápido los zapatos y vamos al garaje donde están los autos. Subimos en el BMW negro, dejamos los bolsos en la parte trasera y arranca, nos vamos sin que nadie nos viera, el portón se cierra detrás de nosotros, escapamos sin ser vistos. ¡El logro de la semana!

- Van a preguntar. - miro hacia atrás.

- Exacto.

- Nana se va a preocupar. - me acomodo en el asiento.

Asiente.

- Y Axel se va a cabrear.

- ¿Cuándo no lo hace? - responde con una divertida mueca. Rio - No sabran cuando salimos, pero si cuando lleguemos.

Tiene razón. Conduce un buen rato, más o menos una hora hasta parar en un café, me informa que comprara el desayuno. Yo lo miro ceñuda hasta que me ruge el estomago, se me había olvidado, no desayunamos. Se va en carcajadas y yo me quedo en el auto a esperarlo.

Ojala no se le ocurra comprarme un café.

Y gracias al mismísimo Cristo no lo hace, en cambio compra leche achocolatada.

- ¿A donde iremos?

Indago tomando un sorbo de mi bebida. Sonríe. Oh oh. Trama algo. ¿Qué será?

- Alejandro.

- Recuerdas el hotel al que te lleve.

Inmediatamente siento mis mejillas arder. Ese incómodo incidente, no queria recordarlo. Me concentro en mi leche achocolatada, no despego mi boca de la pajilla y me rasco el cuello. Alejandro ríe, recuerda el ridículo que pase en el ascensor. Me las va a pagar.

Black & White Donde viven las historias. Descúbrelo ahora