Erick

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Alejandro

Peleo. Golpeo a todo el que se me viene encima. Envie a Robert por Axel y Mackenci, apenas ocurrió la explosión tuve que salir corriendo arriba para ver que pasaba. Mi traje está suelto, mi camisa blanca hecha un desastre, tengo el cabello revuelto y mis nudillos sangran. Derrumbo al ultimo que me queda, miro a mi alrededor, varios hombres muertos, algunos de los mios, fuego, desastre. Todo esta destruido.

Suelto un gruñido.

- Es lindo verte así mi amigo. - giro sobre mis talones al escuchar esa voz.

Me encuentro nada mas y nada menos que con Erick.

«Mackenci tenía razón» es lo unico que pasa por mi cabeza.

- ¿Qué es lo que quieres? - mascullo.

- Tu puesto. - sonríe - Y vengar la muerte de mi hermano... Aarón Corvus. - me quedo estático.

Salgo de mi trance cuando siento un golpe en mi rostro, vuelvo a la realidad. El cuerpo de Erick se abalanza sobre mi y ambos caemos al suelo en una pelea. Golpeo su rostro, sus costillas y el me devuelve uno y cada uno de los golpes que le doy. Forcejeamos, trata de sacar el arma de su estuche, pero golpeo su mano haciendo que esta vuele lejos.

Gruñe.

Me golpea en la cara con una roca, dejándome mareado, todo a mi alrededor da vueltas y lo unico que logro ver es cuando saca un cuchillo de su cintura. Trato de hacer algo, pero mi cuerpo no responde. Todo me pesa.

- Que mal que así termine tu vida. - se lamenta falsamente - Pero así son las cosas Alejandro. Ojo por ojo. Diente por diente... Vida por vida. Yo mismo me encargare de tu preciada y preciosa reina, le daré todo lo que tu no pudis... ¡Ah! - mi mano descansa sobre una empuñadura de madera. La daga que tenía en mi bolsillo se la acabo de clavar en un costado. Me mira enfurecido. Con ambas manos levanta el cuchillo que sostiene, sonríe, cierro los ojos cuando lo baja en picada pero el golpe nunca llega, solo un grito. Su grito.

Abro mis parpados y no veo a nadie. Giro a mi costado encontrando a una mujer de cabello castaño y ojos verdes mostrando al mismísimo demonio en su interior. Su mano sostiene una daga en el cuello de Erick y con sus piernas le aprisiona las manos. Está perfecta. Bellísima.

- Con que jugando sucio Erick Corvus. - dice con ironía - Que mal que la mascara sé te cayó.

- ¿A esto es lo que fuiste a parar  Alejandro? - pregunta el castaño carcajeandose - ¿A esconderte detrás de las faldas de una mujer? - el cuchillo en su cuello se afinca cortándole la piel.

- Te callas idiota. En primer lugar: yo mando y hago las preguntas aquí. En segundo lugar: Alejandro no se esconde detrás de mi falda, el da la cara, no como otras cucarachas. - lo mira con odio - Y en tercero: vete despidiendo.

- Linda fiera.

Le sonríe coqueto. Gruño, va a querer jamás haber dicho eso. Trato de levantarme pero caigo al suelo. Escucho su risa lo que me pone aun más furioso, pero esta se dispersa al ver a Mackenci clavarle la daga en el pecho callando lo.

- Estás acabado Erick. En tu mansión atacaron a mi familia, me atacaron a mi, pero en especial por poco y matan a mi marido. - dice con una voz amenazante que me puso los pelos de punta - Mientras el estaba en una cama le jure que encontraría al que le hizo daño y yo misma lo asesinaría. Y mira que lo cumpliré. - la mire asombrado. Su rostro estaba cerca del de Erick, sus ojos mostraban furia e ira. Muy diferentes a los del castaño, que estaban llenos de miedo - Si saco está daguita de aquí. Morirás desangrado en segundos. Y créeme que lo voy a disfrutar como no tienes idea. ¿Sabes por qué? Porque personas como tu no merecen vivir. Me dañaste, diste directamente en mi corazón, ahora yo daré en el tuyo...

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