Cap69

110 17 0
                                    

Bajo las escaleras rápidamente. Alejandro me está esperando para ir a la base, como ya deben saber se puso protector y le ha dicho a Axel quien ahora nos acompaña. Lindo. Mi futuro marido y mi cuñado protegiéndome y ellos sin saber que asesine a un tipo clavándole mi daga en la cabeza de un tiro.

Subo al auto después de despedirme de nana, los chicos siguen dormidos y ojala sigan así hasta que lleguemos. El trayecto a la base es corto debido a que vamos a una velocidad rápida, pero me di cuenta que queda bastante lejos de casa. El portón negro se abre frente a nosotros permitiéndonos ver a varios hombres caminar de aquí y allá, llevando cargamento y al final una pequeña casa. Gran engaño. Paramos frente a esta y apenas bajamos todos se ponen firmes.

- Mis señores. - saluda el guardia frente a la puerta - Señorita Winslet, bienvenida. - asiento - ¿Desean pasar?

- Por favor.

Dice Alejandro sin más.

La puerta frente a nosotros es abierta mostrando una simple casa. Caminamos hasta la última puerta, abrimos y frente a nosotros aparece un ascensor. Subimos en la caja metálica y damos al ultimo piso, inmediatamente estamos allí, los guardias sé ponen firmes ante nosotros, caminamos hasta el ultimo pasillo donde hay una puerta de metal y una luz apagada.

- Abranla. - ordeno apenas paramos frente a ella. Inmediatamente acatan mis ordenes, los guardias abren las puertas, ingresamos en el espacio. Las luces se encienden y en medio de la habitación veo una cabellera rubia. Unos ojos color miel. Y una sonrisa que me hace hervir la sangre. Alejandro y Axel se posicionan a mi lado. Me cruzo de brazos y enarco una ceja, Michael me mira de pies a cabeza. Visto unos jeans de mezclilla rotos en mis muslos y rodillas, un top negro de manga corta, chaqueta de cuero y botines negros. No hay mucho que mirar.

- Mira quien está aquí. - sonríe de oreja a oreja - Mi amor, ¿viniste a mi porque te cansaste del perro ese? - hace un ademan hacia Alejandro y se ríe. Pero no por mucho hasta que mi palma impacta contra su cara.

- A mi marido lo respetas idiota, o te juro que no duraras más de dos minutos. - amenazo firme tomándolo del cuello de la camisa.

Se ríe.

- Aquí al único que le perteneces es a mi. Y solo a mi. - sentencia.

- Mackenci no es un objeto, es una persona y no le pertenece a nadie. Ella es libre de hacer lo que quiera. - se acerca Alejandro. Sonrío. Dios gracias por esta bendición de marido que me diste.

Michael se carcajea fuertemente, no le importa que estemos frente a el.

- No me hagas reír. - dice acomodándose mejor en la silla que lo aprisiona con las manos y pies atados. Justo como me tenía mi - Tu eres... - le planto otro bofetón. ¡Joder esto se siente bien!

Gruñe.

- Como digas que soy tuya, está daguita - digo sacando el cuchillo de la funda en mi cintura para acercarsela - va a acabar en tu pierna.

Sonríe.

- No eres capaz.

- Retame. - gruño en respuesta.

- ¿Qué es lo que quieres? - enarca una ceja.

- Vine a hablar contigo. - digo simple, apoyo mi peso en una pierna - Quiero que me digas quien te ayudo a salir de prisión. - en sus ojos veo un brillo burlón, no me dirá nada.

- Vete al infierno.

Ahora la que sonríe soy yo. Camino a su alrededor, paseo la daga por sus hombros y brazos solamente rozando su piel. Veo como se tensa, está nervioso. Sonrío aún más.

Black & White Donde viven las historias. Descúbrelo ahora