Cap27

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Estoy en el aeropuerto, a la espera del pelinegro. Dijo que a las doce en punto, ya van a ser la una y tengo hambre. Compro una barra de chocolate y me siento a esperar en una silla. Si preguntan por el mensaje de la otra noche que decía "Te quiero" les digo que no estaba borracha. Si decía eso, y esta mañana me envío un corazón el cual deje en visto. Me aterra la idea de que este tratando de enamorarme.

(- Mírame.

No. Me resisto. Trato de quitarme lo de encima pero no puedo.

- ¡Mírame! - giro mi rostro a un lado pero el me toma de la quijada fuertemente volteando mi cara - Abre los ojos. ¡Abre los ojos y mírame!

Lloriqueo, no voy a verlo. No quiero. ¿Dónde esta es chico tierno del que me enamore? Jamás existió. Mi mejilla arde, quema. Me ha pegado.

- Si no quieres ver. Bien. Tampoco vas a gritar.

Y sin darme tiempo a nada, me gira sobre la cama, poniendo me de espaldas. Toma mis manos y las esposa. Mis sollozos son ahogados por la almohada que esta empapada por las lagrimas. La cama se hunde, el peso de su cuerpo se apoya en mi. Siento asco de solo tenerlo cerca y el estar inmovil sin poder hacer nada me vuelve loca. Una mordaza de cuero es puesta en mi boca impidiendo me hacer cualquier ruido que alarme a alguien. La ata con tanta fuerza que me ahogo, me cuesta respirar y llorar no ayuda. Estoy a su merced, puede hacer conmigo lo que quiera, eso me aterra. Sus manos suben por mis piernas hasta mis muslos llevándose con sigo la falda que termina en dos pedazos de tela.

- Lindo encaje. Que pena que estorbe mucho.

No. No, no, no.

Me sacudo en la cama. Que no lo haga por favor, no. ¡No!

- ¡Quieta!)

- ¡Mac!

Brinco. Vuelvo a la realidad encontrándome con Alejandro. Suspiro, cierro mis manos en puños y me meso en la silla. Necesito mis pildoras. Desde que El fue encarcelado tuve que ir a terapia y me recetaron unas píldoras que deje de tomar hace un tiempo. Creí que ya nos la necesitaba, pero me equivoque.

- Hey, tranquila. - intenta acercarse.

- No me toques. - se queda estático. No lo miro, no puedo. Si me toca ahora tendre un pique de nervios y eso no es bueno - Quedate allí.

No dice nada, pero hace caso. Pasan unos minutos y me recompenso lentamente, respiro, trato de no concentrarme en el recuerdo y evitar las imágenes que pasan por mi cabeza. Alejandro me busca un botella de agua y la deja a mi lado ya que le he pedido que no se acerque. La tomo, bebo alguno sorbos y eso me tranquiliza por completo. Apoyo mis codos en mis rodillas y escondo mi cabeza entre mis manos, tengo que respirar. Necesito mis píldoras.

- ¿Preciosa...?

- No preguntes por favor. - pido rápidamente - Tranquilo. A veces tengo este tipo de ataques de nervios.

- ¿Mac, estás bien?

Asiento.

- ¿Quieres que te traiga algo?

Niego. Solo quiero tranquilizarme.


Alejandro

Se mese. La miro preocupado, no se que le pasa. Me acuclillo frente a ella y estiro mi mano, pero apenas nuestras pieles se rozan. Mackenci da un un brinco y me mira con... ¿Miedo? ¿Tiene... Miedo?

- Tranquila.

Alzo mis manos mostrándole que no le haré daño. Su pecho sube y baja con rapidez, sus ojos se enrojecen llenándose de lágrimas que no deja salir. Cierra los ojos con fuerza y gira su cara hacia el suelo, se aferra al asiento donde a permanecido hasta que suelta un gemido lastimero.

Black & White Donde viven las historias. Descúbrelo ahora