Llamada

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Subo las escaleras hasta llegar a mi habitación, entro y me recuesto en la cama. Mi pijama me da una comodidad máxima al igual que el colchón, así que el sueño no tarda en aparecer, me acurruco entre las sábanas, hasta que su perfume impregna en mi nariz. Una mano se desliza por la cama hasta llegar a mi, sube por mi pecho y llega a mi hombro, lo acaricia, la yema de sus dedos y su tacto es suave, como si tuviera miedo de hacerme daño.

Acaricia el resto de mi brazo hasta llegar a mi muñeca, de allí. Cambia a mi espalda baja y de un tirón me atrae a su cuerpo, su calido cuerpo. Unos labios se posan en mi frente, subo mi cabeza con lentitud rozando los con mi piel. Me cambia de posición y se coloca sobre mi, roza nuestros labios, me pide permiso, aunque no debe pedirlo. Levanto mi cabeza y...

Salto de la cama rápidamente. Mierda, otra vez no. Me froto las sienes mientras el maldito teléfono no para de sonar, miro la pantalla, es Alejandro.

¡¿Pero estará loco?!

¡Son las dos de la mañana de un domingo! No estoy de humor, ya me cabree. Trabaje toda la semana, estuve todo el día con los niños y con el, me muero del cansancio y el me llama a las dos de la madrugada.

Joder.

Dejo que suene el móvil pero sigue insistiendo, por lo tanto le contesto con mala leche.

- ¿Qué quieres coño?

¿Qué por qué le respondo así? Fácil, tres razones.

Uno: Se que no es emergencia. Hace unas horas se fue al club con Axel.

Dos: A bebido, y se pone chulo cuando bebe. Además, escucho la música de fondo.

Y Tres: ¡Me a despertado! Y lo peor que pueden hacer es eso cuando estoy cansada.

- Solo quería avisarte que me quedare a dormir fuera de casa con una amiga y necesito...

- Si, si, si. Vete, anda, hazlo toda la noche en un hotel pero déjame dormir.

Pido haciendo un puchero.

- Gracias preciosa, te quiero.

Escuchar esa palabra de sus labios y no por mensaje hace que algo se me revuelva por dentro.

- Solo lo dices porque te e dado permiso de cojer toda la noche. - respondo cortante. Miro la hora, dos y media - Sabes que, buenas noches nos vemos mañana. Que  disfrutes tu noche.

- Y lo haré gracias a ti.

Un sabor amargo se me atora en la garganta y cuando corta, miro como una boba mi móvil, sintiendo que cometí un error. Me tiro de espaldas en la cama tratando de consolar el sueño pero no puedo, doy vueltas en la cama, giro de un lado a otro, miro el techo blanco y cuando ya me doy cuenta, son las siete de la mañana.

- Joder. - arrastro cada letra.

Me coloco ropa de deporte y aprovecho que Alejandro no está en el gimnasio. Estoy allí durante media hora, cuando termino me doy un baño en la tina para relajarme. A las nueve bajo a la cocina saludando a nana para sentarme en el sofá de la mesa. Escucho risas afuera y por la puerta que acabo de entrar, aparecen Axel y Alejandro vestidos con ropa de casa. Me miran horrorizados. Vale si, parezco un zombie pero se a quien echarle la culpa.

- Buenos días, lindura. Te vez fatal por cierto.

Me saluda un Axel muy animado. Le respondo. Contra el no tengo nada, mi problema es con el pelinegro que está detrás.

- Buenos días preciosa. - se apoya Alejandro a mi lado.

- A mi no me hables. - lo ignoro.

Todos me miran sorprendidos. Menos Alejandro que se ríe. Sabe que estoy cabreada y eso le hace gracia, pues si sigue así se va a venir tragando su risita.

En el desayuno hablo con todos menos con el y cuando termino me dispongo a desaparecer después de lavar mi plato, pero ese no es su plan. Me detiene en la puerta tomándome de un brazo, me pide hablar y mi vista recorre su cara y termina en su cuello donde tiene un... ¡Chupón! El mismo sabor amargo de anoche se instala en mi garganta y antes que pueda decir algo, le aclaro.

- Mira guapo. No estoy de humor, me despertaste en la madrugada cuando lo que quiero es descansar. Tuve una pesada semana y lo único que quiero es dormir, pero contigo y tus revueltas no puedo ya que me llamas para pedirme permiso bien entrada la madrugada. - digo dirigiendo me a la escalera - Sabes, de ahora en adelante cuando salgas al club pídeme permiso antes de salir para estar con quien se te de la gana en la noche, ya que no quiero llamaditas sorpresa. - Alejandro me mira con divertido con su puño en la boca para no reír - Estere en mi habitación, y no estoy para ti si me buscas.

Sin más, termino de irme y me lanzo en la cama, deseo dormir un año entero y liberarme. Desde hace unos días me siento extraña, no se que me pasa pero el sentimiento de querer tener al pelinegro cerca crece y me asusta. Recordar la marca en su cuello hace que se me revuelva el estomago y repasando lo que le acabo de decir me siento peor. ¡Joder! Decido que es mejor dormir un ratito, así pienso mejor las cosas y me olvido de todo.

[...]

Despierto pasadas las dos de la tarde, no tengo hambre. Por lo que decido ducharme y salir un rato. Bajo las escaleras rápidamente sin ser vista y tomo las llaves de mi coche de la mesa, pero antes que cruce el umbral de la puerta.

- Lindura, Alejandro te quiere en su despacho. - cierro los ojos con fuerza. Mi plan de salir sin ser vista de a ido por el caño.

Giro en mis talones y me acerco al arco por donde se puede ver a Axel jugar el la consola.

- Pues dile a tu hermano que me vaya esperando porque voy a salir. - me acerco detrás del sofá y dejo un beso en su mejilla.

- Se va a cabrear lindura. - mi mira el rubio.

- Como si ver a Alejandro cabreado no es algo normal desde que llegue. - me mofo caminando de espaldas hacia la salida del salón.

- ¿Y a dónde crees que vas?

Respiro, suspiro y aspiro. Joder. Me volteo encontrándome con unos ojos azules que me miran con curiosidad de pies a cabeza. Botines, jeans de tiro alto, top negro manga tres cuartos, un pequeño colgante con mi nombre que me regalo Julio, mi rostro fastidiado y mi cabello suelto. Ese es el orden en que va.

- Con suerte, a la calle. - respondo sin más tratando de pasarle por el lado.

- ¿No te han dicho que tienes que ir a mi despacho? - me detiene.

- ¿Y tu no has entendido el "No quiero hablarte"? - enarco una ceja, va a responder cuando decido intervenir - ¿Sabes qué es ésto? - señaló los círculos negros bajo mis ojos.

- ¿Ojeras? - frunce el ceño sin entender.

- Exacto. Ojeras que tu me has causado llamándome a las dos de la mañana para que después no pueda dormir. - digo histérica - ¿Sabes qué es ésto?

- ¿Tus sienes?

Responde Axel con el mismo gesto de su hermano.

- Un dolor de cabeza que me esta matando por el estrés y tu insistencia. - señaló al pelinegro - ¿Y sabes qué es ésto? - levanto mi mano.

- Las llaves de tu auto. - responden ambos.

- Exacto, y con permiso que me largo.

Sin dejar que digan algo o me reclamen, salgo directo al auto. Le digo a Robert que me acompañe porque por más cabreada que este, no voy a poner mi vida en riesgo saliendo sola por ahí. Le pido que me lleve a un lugar tranquilo, uno que solo yo se que me dará las respuestas que necesito y me calmara.

Uno donde tengo a mi familia.

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Ay la miiiiiiiiiiiiii!

....

Los amo ❤

No olviden su estrellita ⭐

Besos 😘

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