Cap18

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Estres, camino de la un lado al otro en la sala frente a Alejandro y Julio que están sentados en el sofá. Ania esta en un sillón individual y yo como dije, camino de lado a lado. Connor lleva como media hora con Takeshi y me estoy asustando, Julio ya me ha soltado que me calme, que todo estará bien. Al igual que también me dijo que parezco yo su pareja y no el.

Lo entiendo, se que estoy exagerando, pero me preocupa, se que el lo está también, solo que no lo muestra. Julio en estas situaciones siempre se pone así, frío y cerrado. Camino hacia una mesa que tengo en una esquina de la casa con vino y whisky. La verdad, ese no es mi tipo de bebida, la tengo allí por Tak y Julio; pero en estos momentos no me importa, tomo un vaso y me sirvo un dedito. Acercándome a una venta miro la calle tratando de tranquilizarme, apoyo mi peso en una pierna y pienso en algo que no sean cosas negativas.

Bebo.

Pasa un rato y nada, me sirvo otro poco para colocarme donde estaba. Ania se ha ido a la cocina a preparar café, Julio fue con ella, necesita hablar, distraerse, y ahora no estoy en condiciones. Estoy igual o peor que el, no se bien que decir. Acerco el vaso a mis labios y tomo un sorbo, una mano se posiciona en mi cintura y otra en el vaso quitándome lo de las manos. No me hace falta girarme para saber a quien tengo a mis espaldas, solo con que su aroma llegue a mis fosas nasales se de quien se trata.

- Devuelveme el vaso por favor. - alzo mi mano dejando la palma extendida.

- Creo que ya has bebido bastante.

Bufo. No estoy para esto.

- Tranquila, si no han bajado ni nos han dicho nada es que todo está bien. - asiento. Tiene razón, pero no puedo controlarme, me estoy poniendo nerviosa - Hey, no mírame.

No lo hago. Me resisto, mi corazón comienza a bombear sangre con fuerza, escuchar esa simple palabra me descompone por completo.

- Alejandro para por favor. - pido masajeando mis sienes. El se coloca frente a mi y levanta mi cabeza con su mano - Para.

Le digo.

- ¿O qué? - se cruza de brazos, me he dado cuenta que cuando adquiere esa postura se ve mucho más grande de lo que es, eso me hace sentir aun más chiquita. - ¿Me vas a golpear?

- No me tientes, ya que soy capas de hacerlo. - lo apuntalo con mi dedo.

- Se que eres capas preciosa, no lo dudo. - dice suave, su cuerpo se acerca al mío pero no retrocedo. Mi mirada es seria, sin ningún tipo de emoción, no estoy jugando, es enserio. Le voy a dar un buen golpazo como quiera pasarse de listillo.

Me mira. Lo miro. Me reta y yo hago lo mismo. Achino los ojos indicándole: que como vuelva a acercarse o hacer lo que tiene pensado se jode. No hace caso y se acerca más, pero cuando pienso hacer algo, me toma las manos aprisionando las en mi espalda y apega mi cuerpo al suyo. Siento su respiración en mi cabeza, solo veo su cuello y parte de su pecho gracias a la camisa negra que lleva con los primeros botones abiertos. Típico de el. No digo ni hago nada, me siento sumisa y yo no lo soy, no he permitido que nadie sea controlador y dominante conmigo, no desde hace mucho y jamás volverá a pasar. Retuerzo mis manos para tratar de soltarme pero el incrementa su fuerza, sin hacerme daño, levanto mi cabeza para mirarlo a los ojos y lo encaro. ¿Quién se ha creído este para atarme las manos a la espalda y creer que va tenerme sumisa?

- Sueltame. - murmuro furiosa.

- Cálmate. - me pide.

- ¡Cálmate ni leches! - chillo por lo bajo, tratando de no armar un escandalo - Suéltame.

- No creo que sea buena idea presiosa. - sonríe burlón - Pareces una leoncita en acción, y si suelto la correa puede ser peligroso.

La madre que lo parió.

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