Feliz cumpleaños, Abdel.
"La realidad es que, aún creyendo que el amor nos hace mierda yo quería que tú fueses quien me hiciera cambiar de idea, y heme aquí, más convencido que nunca" ——Belosnezkha.
🦋
Abdel.
Sé que no es una casualidad que esté sentada allí, también sé que no es un hábito que lo esté, de hecho, es la primera vez que la veo en aquel banco.
Mis manos salen de entre mis bolsillos y la miro aún con mis facciones endurecidas. Está hace una mueca como si estuviera sentada allí desde hace un largo rato haciendo que su trasero posiblemente le duela; toma su cartera tras haber soltado la hoja y mira hacia mi dirección pero nunca a mis ojos.
—Yo... Emma me ha dicho que se le ha quedado su muñeca aquí ayer y me ha pedido que venga a buscarla —contestó.
La noto algo extraña, pero no le presto atención a eso.
6 meses sin intercambiar palabras, no es cosa rara que a pesar de mi cierto enojo mi corazón se agite como si hubiese corrido en un maratón. La tengo muy cerca de mí, es inevitable.
—¿Tienes rato sentada ahí?
Asiente.
—Tuviste que subir, te hubieras encontrado con Kimberly y ella te la hubiese regresado más rápido que yo.
Muerde una pequeña parte de su labio, une sus manos y comienza a jugar con ella volteando su rostro una vez más hacia el gran edificio intentando evitar que no logre ver esa tristeza que cubrió su rostro tras haber escuchado mis palabras.
—¿Subimos? —preguntó volviendo a mirarme.
Asiento y hago un movimiento con mi mano para que camine. Asegura su cartera y sin esperarme comienza hacerlo lentamente como si tampoco quisiera tenerme lejos. Miro a mi alrededor mordiendo mi mejilla interior sin dar ni siquiera un paso, intentando calmar mi pulso y al notar que nada pasa decido alcanzarla sin ni siquiera decir una palabra.
No puedo negar que me alegro no haberme quedado con Diana, pero es doloroso notar que prefiero mil veces a la pelirroja que está a mi lado en el ascensor mientras que yo para hacer del momento menos incómodo e llamado a Kimberly para que me diga donde a dejado la muñeca.
Cuando al fin llegamos a mi departamento la invito a sentarse pero niega con su cabeza quedándose de pie en la sala. La imagen de ella allí, junto al sofá, me recordó las veces que la hice gemir en sofá blanco que está junto a ella; eso desequilibró mi ser, mis fuerzas, mi enojo, desequilibró todo por unos largos segundos en el que me permití observar antes de irme a mi despacho donde Kimberly había guardado a la barbie de Emma en un cajón.
Mis manos se entiendan en mi cabello, pues la tortura de tener a Adhara debajo de mi propio techo después de 6 meses produce sensaciones que reconozco perfectamente. ¿Cómo puedo controlarme con ella tan cerca, y nosotros dos tan solo en un mismo lugar? Me destrozó en el momento que decidió alejarse así de mí; nunca la obligaría a nada, pero no puedo obligarme yo a no sentir nada después de eso, no puedo evitar a... quererla al grado de sentir odio por ese sentimiento.
Suspiro dejando caer mis brazos para luego hacer puños mis manos. Voy en busca de la dichosa muñeca y al tenerla entre mis palmas la miro con dudas de si llevársela tan pronto o fingir que no la e encontrado para que su presencia perdure más porque sé que posiblemente no vuelva aquí, pero descarto esa idea, mientras más rápido termine esta tortura de tenerla aquí, mejor será.
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Sweet love© (Libro 2)
Romance-Estás enojado. Mis ojos, los cuales se habían cerrado tras aquella sencilla caricia, se abren al sentir como aquel tacto con el que he soñado durante días desaparece de mi piel. -Y tú borracha. No sabía el poder que tiene en mi tan solo un toque...