| Capítulo 24 |

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No fue mi amor prohibido.

"Las personas son verdaderamente mediocres para comprender, descifrar o simplemente captar algo... Que el amor se está muriendo. Pocos saben cual es ese sentimiento, y los que lo conocen terminan comprendiendo que una fuerza “mayoritaria” hace que se desmorone, desapareciendo todo más rápido de lo que llegó" —Belosnezkha. 

🦋

Abdel. 

Miro al señor Daniel, el gerente de la agencia. Ha estado hablando todo el tiempo de las especulaciones que han estado haciendo día tras día últimamente, retomando de nuevo la relación entre Adhara y yo, como si fuese la conversación favorita de todos. 

Sigue diciendo que son solo consejos de su parte, que no está unido a ninguno de los chismes  porque siente aprecio por mí y por Adhara, a pesar de que no duró mucho tiempo como su secretaria, pero que fue la mejor que ha tenido en años. 

Estamos sentados uno frente al otro en mi oficina, saboreando el peculiar sabor a madera, vainilla y caramelo del Bacardí. 

—RR.HH se tomará esto en serio, Sr. Martins. —Volvió a mencionar esa frase como si ya no la hubiera dicho más de dos veces.  

Entiendo su punto, lo entiendo a la perfección. 

Yo, el dueño de la agencia, infringiendo las reglas del departamento de Recursos Humanos. Y pensar que hace un tiempo tenía muy claro que no podía tener algún tipo de relación amorosa o sexual con alguna empleada. 

—Míreme. —Pedí, tras haber tomado un trago de Bacardí. Daniel me mira esperando a que continúe—. ¿De verdad todavía cree que no existen un tercio de parejas que viven su romance clandestinamente dentro de este lugar? Por favor, ya se han visto muchos casos. 

Por la mente me pasa la amiga de Adhara, Rubí, y Javier, su jefe; y esa relación sí que va para largo, incluso hasta se van a casar. ¿Dónde se habrá dado esa relación?¿En las calles de Brasilia? ¿En una heladería? Rubí es su secretaria, han tenido bastante tiempo a solas dentro y fuera, en los viajes de negocios. Pero no menciono nada de ello. 

—Y han sido motivos para que los despidan. ¿Quieres que ella se vaya de aquí? —preguntó.

Niego con mi cabeza. 

—No siempre es el caso —dije—. Jurídicamente no hay un código de trabajo para las relaciones amorosas, pero entiendo todo lo que quieres  decir.

Daniel suspira. Verdaderamente no quiere que Adhara se vea afectada con todo esto, y mucho menos yo. 

—Sé que no la hay, pero RR.HH... —Hace un movimiento con su mano, como si no quisiera pronunciar nuevamente aquellas palabras—. Tomenlo con prudencia y que nada de esto le afecte a la agencia..., Ni a ti tampoco como la primera imagen de este lugar.  

Se levanta de la silla dejando la copa vacía de cristal en mi escritorio. 

—Pase buenas tardes, señor Daniel. —Es lo único que digo cuando noto sus intenciones de salir al fin de aquí. 

Unos minutos después de haber escuchado la puerta cerrarse al salir mi colega, suelto un suspiro de cansancio y me encojo en mi asiento. 

Sweet love© (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora