| Capítulo 38 |

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Inmaduras no tan inmaduras.

"Que irónica la manera en la que intentaba ser fría sin darse cuenta que incluso el frío quema" —Belosnezkha

🦋

Adhara.

No encuentro la manera específica de como poder describir a los cuatros hombres que nos miran con total disgusto por lo sucedido; observándonos desde sus alturas, derrochando imponencia. Los cuatros están de brazos cruzados, cada uno mirando su  objetivo: Giovanni mira a Marjorie. Javier a Rubí. Lewis a Lara. Y bueno, Abdel me mira a mí. 

Nunca lo había visto tan enfadado y serio desde hace un tiempo. 

Nosotras solo optamos por mirarlos como gatitos manipuladores, todas sentadas en la sala de espera del destacamento policial.  Resulta que los policías se dieron cuenta del  estado que estábamos, y no solo eso, era evidente el olor a Vodka enorme que había en el coche por causa de  las botellas que se habían roto. Por suerte los cuatros hombres que están frente a nosotras vinieron a socorrernos.

Sus emociones son las mismas: enfado. 

—No puedo creer lo inmaduras que han sido —masculló Javier—. Miren en dónde han terminado, por su insensatez, y a tan solo horas de la boda. 

Clara, hace un sonido extraño, una tos mezclada con carcajada, como si hace rato se estuviera aguantando.

—Lo siento, pero es demasiado dramatismo. No ha pasado nada grave, grave, grave. —Esta ríe abiertamente, causando que las demás también se nos escapen una risita. 

—¡¿Nada grave?! —exclamaron los cuatros hombres al mismo tiempo.

—Tú y yo, Clara, vamos a hablar seriamente. No puedo creer que tú precisamente hayas querido manejar en ese estado —puntualizó Javier. 

—Javier, por favor...

Éste mira a Rubí de una manera que le hace entender que mejor guarde silencio. 

Unos cuantos minutos después nos dejan salir a todas, y tras ver cómo aquellos cuatros hombres terminan de hablar en una esquina, veo como Abdel se acerca a mí aún más serio que antes.

Estoy segura de que aún sigo con el alcohol en mi sistema, porque joder, me dan ganas de cogermelo con ese genio que trae. 

De reojo veo como Lewis le abre la puerta de su coche a Lara, y está sin dudar entra de inmediato. 

—Vamos, tenemos que ir al hospital —dice Abdel al llegar frente a mí. 

—No quiero ir al hospital, quiero ir a casa —dije. 

Abdel enarca su ceja izquierda.

—Tenemos que ir. ¡Por Dios Adhara! haz tenido un accidente, puede que te hayas dado un golpe sin darte cuenta, o no sé —explicó.

Niego con mi cabeza. 

Éste se pasa la mano por su cabello, el cual estaba perfectamente peinado hacia atrás, hasta ahora.

—Vamos al departamento, estoy bien, y te aseguro que no me he dado ningún golpe —dije. 

Bufa.  Toma mi brazo derecho y me señala un golpe que se hace notar por su tono rojizo.

Sweet love© (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora