Sustos que dan gusto.
"Tal vez allá, en un mundo paralelo, tú y yo al fin bailamos abrazados bajo las estrellas como dos locos enamorados" —Belosnezkha.🦋
Adhara.
Nos despedimos de mamá y Don Manuel, tras haber desayunado y hablando juntos. A mamá todos los días parece que le dará algo cuando ve al señor Iris cocinando o limpiando, y más cuando ésta le dice a mi Morena que no necesita ayuda. A la pobre nunca le ha gustado quedarse sentada, conociendo la bien, de seguro se duerme pensando en inventar un oficio nuevo.
Emma ya se encuentra en su habitación dormida. Su diagnóstico es cada vez mejor, ¡Dios mío! Estamos tan esperanzados, mi niña, el amor de mi vida está venciendo el cáncer y tan solo de pensarlo me dan ganas de llorar. Ha sido tan fuerte, tan ella; sin importar que, siempre ha estado llena de vida.
Me quedo sentada en la esquina de la cama, mirándola con una sonrisa sin poder evitar que unas cuantas lágrimas caigan y rueden por mi mejilla. Miro hacia el frente, encontrándome con el peluche gigante que le regaló Abdel la segunda vez que la visitó en el hospital, sí, aquella vez que le llenó la habitación de globos y nos llevó nuestro dulce preferido y difícil de comprar. Sonrío, mirando como cada día más le trae uno diferente al tal grado que ya no podemos ponerlo en su cama.
Y así dice que yo soy su niña mimada.
¡Dios! Cuánta falta me hace aunque hablamos cuando llegó a Sāo Paulo.
Se había encargado de que la señora Iris me haya preparado algo de comer para cuando yo llegara; igualmente, impidió que Orlando viajara con él para que se quedara con nosotras, cuidándonos y pendiente de que no me suceda nada. Según él tiene mucho personal, los cuales yo no suelo ver, pero dudas no tengo; no después de nuestro viaje y ver qué tenía otro chófer en otra ciudad.
Cubro a Emma perfectamente con su manta de los Muñequitos del Mundo de Gumball, y al enderezarme tengo que sostenerme del respaldo de la cama porque de repente un fuerte mareo me ataca. ¡Dios mío! Ya esto no puede ser normal; me había sentido mejor hasta ahora. Inhaló y exhaló repetidas veces hasta que me siento estable, parpadeo varias veces caminando hacia la salida, y antes de cerrar apago las luces.
Camino hacia la cocina, allí escucho a la señora Iris y a Orlando hablar. Al entrar noto como estos están sentados alrededor de la isla, ¿Tomando café tan tarde? ¿Acaso no quieren dormir?
—Vamos a dormir como bebés, eso se lo aseguramos, señorita Russi —dice Orlando, como si me acabara de leer la mente, o posiblemente por como los miró a ellos y las tazas humeantes.
Sonrío y niego con mi cabeza.
—Y si soy yo, no pego un ojo en toda la noche. —Me burló de mí misma.
—Ya estamos acostumbrados, somos inmunes —comentó la señora Iris, encogiéndose de hombros con gracia—.¿Necesita usted algo?
Asiento.
—Sí, un té —respondí, sintiendo los malestares—. Lo que sea que me haga sentir mejor.
—Deberíamos ir al hospital, señorita. Yo no la veo muy bien —murmuró Orlando.
Niego con mi cabeza.
—No es necesario, no estoy...
La vista se me nubló, y un fuerte mareo volvió a atacarme nuevamente, solo que está vez dejé de ver y de oír todo a mi alrededor.
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Sweet love© (Libro 2)
Romance-Estás enojado. Mis ojos, los cuales se habían cerrado tras aquella sencilla caricia, se abren al sentir como aquel tacto con el que he soñado durante días desaparece de mi piel. -Y tú borracha. No sabía el poder que tiene en mi tan solo un toque...