Tres días después, el príncipe Erik ya se encontraba en el territorio de Kallioinenmeri, preparado para el baile. El castillo de este reino sólo difería en tamaño y disposición del castillo de Heland, pero el estilo arquitectónico, sistema de defensa y hasta el color, eran exactamente los mismos. Sin embargo, el paisaje general sí contrastaba bastante. A pesar de estar en la época del año en que el frío se hacía más fuerte, antes del frío congelante, las especies de hojas perennes eran más abundantes en Kallioinenmeri que en Heland, así que el entorno era más verde, y las construcciones tenían más componentes de madera, a diferencia de la mayoría de edificaciones de piedra en el reino del príncipe.

Al llegar la hora de inicio de la fiesta, Erik fue de los primeros en entrar al salón principal. Se colocó cerca de la escalera por donde deberían entrar los festejados, con el propósito de ser visto rápidamente por su tía. Sin embargo, mientras llegaba más gente, tuvo que alejarse un poco para que no lo atropellaran. Pronto, habían arribado suficientes invitados para comenzar con la primera danza, antes de que se presentaran Engla y Abel.

Erik no estaba seguro de si invitar a alguna muchacha a bailar o mejor ir y robarse algo de la comida que apenas comenzaban a llevar a la mesa mientras esperaba, y en esta indecisión se pasó toda la canción. Antes de que iniciara la segunda melodía, uno de los servidores finalmente anunció la presencia del príncipe Abel, e inmediatamente después, a la princesa.

Aunque Engla se parecía bastante a su hermano mayor, Erik siempre había visto a su tía mucho menos arrogante que el rey Christian, y por tanto, también que el propio Erik. Sin embargo, su actitud serena en esta ocasión parecía un poco forzada. Probablemente se debía a que era una persona más enfocada a estudiar que a reunirse con otros humanos. En cambio, Abel parecía un poco triste. A diferencia de la familia real de Heland - Kallioinenmeri, en la que los rasgos comunes eran el cabello rubio, rostro ligeramente rectangular, pero elegante, y mirada fría, el príncipe de Kylmä maa tenía cabello negro, rostro ovalado, ojos grandes, de color y mirada que recordaban al café de olla, y en general, si uno quería imaginar a un ser amistoso, con él podría tener una idea bastante acertada.

El príncipe de Heland estaba por acercarse a ellos, cuando escuchó cerca de él a unas cuantas señoritas que,al haber llegado demasiado temprano, habían pasado un rato entreteniendo sus estómagos probando las bebidas espirituosas que debían haber acompañado las comidas, y ahora que ya no había más con qué entretenerse, estaban cuchicheando, y llamó su atención que una de ellas dijera: -No es tan impresionante, podría haber una mejor princesa.

Erik se acercó más al grupito para oír con más detalle. Otra damisela continuó a lo dicho por la primera: -Aun si Kallioinenmeri quiere aliarse con nuestro reino, ellos ya están dominados por Heland. ¿No tendrían a alguien más apropiada para el príncipe?

Esta vez, Erik definitivamente se molestó e intervino: -Vaya osadía, hablar con tanta insolencia mientras las escucha el representante de Heland. ¿Acaso no temen a las consecuencias?

Las señoritas se dieron vuelta para mirarlo, asustadas, pero la primera que había hablado respondió: -¿Es entonces un crimen decir la verdad?

-¿Cuál verdad dijo usted? Yo no escuché ninguna - rebatió Erik. Algunas personas cerca se dieron cuenta de la discusión, y se voltearon para mirar.

El príncipe continuó: -Les guste o no, ahora Kylmaä maa será aliado de Kallioinenmeri, y por tanto, de Heland. Significa que si no miden sus palabras...

-¿Si no, qué? Aún como aliados, seguimos siendo una nación independiente. Heland es en verdad un país débil, no está en condiciones de volverse un imperio y someternos a todos a su capricho.

-No necesitamos ser un imperio para eso.

-Entonces, ¡dejen de intentar influir en el resto! ¿No es eso lo que buscan con este compromiso? Los prometidos ni siquiera se ven felices.

No hay reinos en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora