Como no había de otra, Aren le hizo caso a Erik y se fue de regreso a su cuarto, a donde lo siguieron sus amigos, pues tampoco querían quedarse cerca del rey mientras no se le pasara el enojo.
Por supuesto, al estar los tres juntos, se pusieron a chismear".
Todos se rieron, mientras el narrador encendía otro fósforo para continuar la historia:
"Helge fue el primero en hablar:
–Me hubiera gustado quedarme a averiguar cuáles son las verdaderas intenciones del rey Erik, pero más vale "aquí corrió" que "aquí quedó".
–No negaré que yo también quiero saber – respondió Nilsa.
–Y yo... No recuerdo haberlo visto tan furioso jamás – comentó Aren.
Los tres amigos suspiraron, cansados. Pero el joven príncipe no quería quedarse con la incógnita, y afirmó: –Estoy 99% seguro de que Erik no me va a decir nada de nada, así que me va a tocar investigar por mí mismo.
–Va, pero ahora sí invítanos, no que te fuiste sin nosotros y nos diste un gran susto al verte más muerto que vivo – contestó Nilsa.
–Exactamente. Para eso somos tus amigos, guardias y secuaces de confianza – agregó Helge.
Aren sonrió y asintió: –De acuerdo, entonces lo haremos los tres. Primero que nada, hay que ir a comer.
Los dos guardias estuvieron de acuerdo, así que de inmediato se dirigieron a la cocina y agarraron lo que pudieron.
La verdad es que Aren no tenía ningún plan, pero mientras comían, se le ocurrió que, ya que era seguro que Erik no le explicaría por qué había llevado al joven tritón, entonces debían preguntarle al propio prisionero. Y para convencerlo, había algo infalible que el príncipe usaría: ¡la comida!
Conociendo a la gente de su castillo, probablemente no le habrían llevado ningún alimento, tanto porque no sabían qué comía como porque los rumores de que era una especie que cazaba humanos mantendrían a cualquiera alejado del patio principal.
Con esto en mente, Aren se dirigió a sus amigos: –Obtendremos respuestas, pero voy a necesitar que se queden despiertos hasta tarde. ¿Están dispuestos?
–Por supuesto que sí – respondieron ambos al unísono.
Entonces, el príncipe les explicó su idea, y como los dos guardias estuvieron de acuerdo, sólo les quedó esperar pacientemente hasta que todos los demás habitantes del castillo se durmieron.
Por supuesto, los únicos que no se durmieron fueron los guardias de turno, pero para eso intervino Nilsa, ya que pidió vigilar la entrada al patio principal. De esta manera, podría permitir la entrada a su amigo, sin que sus intenciones fueran sospechadas.
Mientras tanto, Helge permanecía en la habitación del príncipe, atento por si alguien se asomaba por allí y corrían el riesgo de ser descubiertos al notar la ausencia del muchacho. En tal caso, avisaría a sus compañeros por medio de una señal luminosa.
Una vez que estuvieron seguros de que no había nadie despierto, Aren se escabulló a la cocina. Tomó varios tipos de comida, y se dirigió al patio principal. Nilsa se mantuvo atenta a la señal de Helge, rezando interiormente para que no apareciera, y por que la razón para que no apareciera no fuera que el joven se hubiera dormido.
El príncipe se asomó a la fuente y buscó con la vista al tritón, quien se había quedado en una esquina de la pileta, y al percibir la presencia de una persona, asomó sus ojos fuera del agua.
–Hola. Te traje algo de comida, pero no sé qué comes, así que... elije de esto – explicó Aren, sonriendo nervioso, mientras se sentaba en el suelo y dejaba las cosas cerca de la orilla.
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No hay reinos en el mar
FantasySegunda historia de "La visión del hechicero". Después de volver a Heland, el príncipe Erik descubre que su reino no es el único que debe volver a vivir en paz con los seres mágicos. Corre el año 825 d.C.; Aren es el joven príncipe de Kallioinenmeri...