El príncipe despertó cuando ya estaba oscureciendo, y se sorprendió de encontrarse solo en la cueva, pero más aún al descubrir que estaba cubierto con su capa, puesto que ésta había quedado en manos del arquero que los atacó. Miró hacia todos lados, descubriendo que cerca de él había algunas manzanas, lo que lo alegró, pues tenía hambre, y no perdió tiempo para comerse la primera.
Ya estaba por acabarse la tercera cuando notó movimiento en el agua, por lo que se apresuró a terminar y rápido se acercó a la orilla: –¿Eres tú, Delph?
Efectivamente, el joven tritón sacó la cabeza del agua y le sonrió dulcemente: –Estoy de regreso. ¿Estás bien?
–Eso creo. Gracias por las manzanas, pero dime: ¿a dónde fuiste?
–Ah, ¿recuerdas que dije que tengo mis métodos para investigar? Pues ya lo hice.
–Imposible.
–“Imposible” no es una palabra válida en nuestro mundo. Pero entiendo tu sorpresa, así que te vamos a explicar.
–¿Vamos? ¿Quiénes?
Cómo si sólo estuviera esperando esta pregunta, junto a Delph apareció una pequeña sirena de cabellos rojos, quien vestía con una tela oscura y cargaba una bolsa en bandolera. Miró al príncipe atentamente antes de decir: –¡Con que tú eres el insolente que se atrevió a reírse del amor de mi hermano! Y aun después de que te ayudamos. Espero que te portes mejor con él desde ahora, o te convertiré en un sapo barrigón y te usaré para una pócima mágica.
Aren se asustó un poco con las palabras de la niña y retrocedió unos pasos. Delph rió nervioso, y explicó: –Ella es mi hermanita Solveig. Está aprendiendo magia, así que sí será capaz de hacer eso. Pero, me ayudó a averiguar qué sucedió con tu mamá y tus amigos.
–¿En serio? ¿Están a salvo? – interrogó el joven.
La sirenita asintió: –Lo verás con tus propios ojos – y sacó un espejo de su bolsa. Después de hacer algunos pases sobre éste, preguntó: –¿A quién quieres ver primero?
–A mi mamá, ella estaba lastimada y es la que más me preocupa – contestó Aren.
Solveig le pasó el espejo, y en vez del reflejo, Aren vió la imagen de Engla, quien estaba hablando con Erik y Abel, pareciendo los tres muy preocupados, pero como el espejo no emitía sonido, no se enteró de sus palabras.
La pequeña explicó: –Todavía no me sale bien, así que no se oye lo que están diciendo, pero al menos se puede ver.El príncipe respondió: –No importa, con eso es suficiente. Además, estoy seguro de que están hablando de mí. ¿Puedo ver ahora a mis amigos?
Solveig movió su mano sobre el espejo, cambiando la imagen para mostrar a Nilsa y Helge, quienes estaban en las cuadras, cuidando a Apocalipsis. El caballo había quedado muy agotado por correr a toda velocidad, pero parecía que se iba a recuperar sin problemas.
Aren suspiró aliviado por ver que todos estaban a salvo así que le regresó el espejo a Solveig y le dio las gracias, pero tenía una nueva incógnita: –Tenía que viajar al reino de los selkies, pero no sé si es buena idea ir allá o regresar a casa. Mi abue dijo que debíamos ir antes de que la marea cambiara, supongo que por las fases de la luna o algo así… se supone que están relacionados. Pero mi familia del reino de los humanos no sabe dónde estoy ahora, y creo que debería ir para que vean que estoy bien.
–Entonces, ve primero con los humanos y luego con los selkies. Si usamos algo de magia tendrás tiempo de sobra – afirmó la sirenita.
Aren miró a Delph interrogativamente, a lo que el tritón respondió: –Solveig sabe lo que hace, es buena hechicera, aunque apenas sea una aprendiz. ¿Confías en nosotros?

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No hay reinos en el mar
Viễn tưởngSegunda historia de "La visión del hechicero". Después de volver a Heland, el príncipe Erik descubre que su reino no es el único que debe volver a vivir en paz con los seres mágicos. Corre el año 825 d.C.; Aren es el joven príncipe de Kallioinenmeri...