Ya hacía varios minutos que el fósforo se había apagado, así que el narrador hizo una pausa para encender otro. Mientras lo hacía, un señor del público interrogó: –¿El rey Erik había dicho la verdad a Aren, o tenía otros planes al mantener prisionero a Delph y mintió al respecto?

–Un poco de ambos – respondió el narrador.

–¿Cómo? – preguntó el niño que había preguntado al inicio.

–Pues les explicaré: ¿recuerdan que Erik dijo que Delph le resultaba familiar por su parecido con una persona que conoció?

Todos asintieron. El narrador continuó: "Entonces, nosotros lo confirmaremos con la siguiente parte de la historia; pongan atención.

Mientras Aren y sus amigos dormían cual cachorritos, Delph nadó para buscar a su familia. Aunque era de noche, él se orientaba por el sonido y la posición de las estrellas, y su única preocupación era que, debido a la época del año, no faltaba mucho tiempo para que amaneciera, lo que era un poco peligroso para su especie, ya que en el día era cuando estaban despiertos la mayoría de los seres que podían causarles daño.

Por fortuna, no había avanzado mucho cuando escuchó una voz que conocía perfectamente, y en pocos minutos se encontró con quien la emitía: su papá.

Delph se lanzó a abrazarlo, a lo que el mayor le correspondió efusivamente: –Mi pequeño, ¿estás bien? Nos preocupamos mucho cuando desapareciste.

–Sí, estoy bien, papá. ¿Y Solveig?

–Está bien, se quedó junto a tu mamá. Volvamos al campamento con ellos.

Solveig era la hermanita de Delph. Entre los dos rescataron a Aren cuando cayó al agua, pues se encontraban cerca de la muralla de piedra, buscando algunos ingredientes que la menor necesitaba para intentar hacer una pócima mágica, ya que ella era la aprendiz del hechicero, guía turístico y terror de los navegantes del norte: el kraken. Aunque ellos lo llamaban "el tío Google"."

La gente que escuchaba la historia rió a carcajadas al escuchar este simpático apodo.

El narrador no pudo evitar reír también, así que tardó unos minutos en continuar: "En fin. La cosa es que, cuando los dos hermanos encontraron al príncipe, rápidamente lo sacaron del agua, acostándolo de lado en la tierra para que el agua que había tomado inconscientemente saliera de su sistema respiratorio. Sabían esto porque su tía adoptiva les explicó qué hacer si encontraban a un humano que se iba a ahogar.

Cuando Aren estuvo fuera de peligro, Solveig fue a buscar a su mamá para pedirle ayuda, mientras Delph se quedaría a cuidar del muchacho. Sin embargo, poco después, el rey Erik llegó al lugar, con los resultados que ya conocemos. Por eso, el joven tritón desconocía si su hermanita estaba a salvo, y se sintió mucho más tranquilo con la respuesta de su papá.

Ambos nadaron para reunirse con el resto de la familia. Aclaro que no vivían cerca de la costa. De hecho, estaban muy lejos de su casa, ya que se encontraban de viaje, con el tío Google como guía. Acampaban temporalmente en una fosa submarina que distaba pocos kilómetros, pero lo bastante ocultos ante los humanos y los selkies.

El papá de Delph se llamaba Ari. Se veía muy joven, aunque tenía 45 años parecía seguir en sus veintes. Su aspecto en general era bastante diferente al de su hijo, sólo teniendo en común los ojos magenta y la mitad inferior de la cola de color rojo. La parte superior de ésta era azul en el caso de Ari, su cabello era largo y rojo, y su complexión era un poco más robusta que la de las Delph, pero sin llegar a parecer musculoso ni gordito.

No tardaron mucho en llegar a la fosa. De inmediato, la bella pero intimidante figura de una sirena de cabellos oscuros y cola plateada con morado, vigilando fuera de la entrada llamó la atención de ambos, y se dirigieron a ella. Era Anémona, la mamá de Delph, quien esperaba que regresara su esposo, y al verlo llegar con su hijo, se alegró mucho. Los tres se abrazaron fuertemente, y entraron a la fosa submarina, donde se hallaba el resto de su familia.

No hay reinos en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora