Abel susurró a Erik: -Este es un buen momento para que use su espada nuevamente.

-Lo haría si no estuviera seguro de que luego sería un alfiletero de flechas- respondió él. Engla les dio un codazo a cada uno para que se callaran, por lo que interiormente los dos muchachos empezaron a dudar de la buena suerte del bebé, si en el futuro así lo iba a tratar.

Mientras, Daven y Eero, aún sin recuperarse por completo del asombro, se enfrentaron al líder de los guerreros: -Tiene razón en despreciarnos, pero no es necesario dañar a nadie. Bajen sus armas.

El líder afirmó: -Entonces, si están dispuestos a rendirse, no los dañaremos. Sólo pediré una cosa: entréguenme sus pieles, y juren no volver al reino. Nos iremos después de eso.

Los hermanos se miraron uno al otro, y tras unos segundos de titubeo, Eero entregó su piel de foca al guerrero, pero como recordarán, Daven le había dado la suya a Engla, así que se dirigió a ella: -Dásela, aun así cumpliré mi promesa.

La princesa asintió, y entregó la piel. Ya con las dos pieles, el líder hizo otra seña a sus secuaces, quienes dispararon sus flechas, pero sólo para destruir el resto de los objetos que habían usado para abrir el portal, como una precaución de que volvieran al reino utilizándolos. Enseguida, con una última seña, todos los guerreros se vistieron nuevamente con sus propias pieles de foca y se perdieron de vista en el mar.

Los humanos guardaron sus espadas nuevamente, y Daven corrió a abrazar a Engla. Eero se apartó un poco, inseguro de qué hacer, pues él tampoco confiaba en los humanos. Erik estaba más preocupado por la destrucción de los objetos mágicos, pues ya no sería posible abrir otro portal de transportación a Toivonpaikka. Y Abel, pues estaba feliz y enojado a la vez, porque esa era una buena oportunidad de librarse del compromiso, pero necesitaba cuidar bien sus explicaciones para no afectar la diplomacia entre Kaillioneinmeri y Kylmä maa".

-¿Y ya va a aparecer Aren? - volvió a preguntar el niño.

El narrador lo miró con los ojos entrecerrados y respondió: -Todavía no, pero pronto.

-¿Está seguro?

-Tan seguro como de que el cielo se ve azul por efecto de la luz solar reflejada en la atmósfera de nuestro planeta.

Y habiendo sacado a este y otros niños y niñas presentes de una duda existencial que no les habían respondido aún, el señor prosiguió: "En fin. Como ya estaba oscureciendo, Abel, Engla y Erik regresaron al castillo, y llevaron también a Eero y Daven.

Pero, por si fuera poco, al llegar se encontraron con que habían llegado al reino los reyes y la princesa de Kylmä maa, así como los reyes y príncipes de los reinos aliados con Heland, pues como ya se acercaba la fecha de la boda, habían anticipado su viaje a Kaillioneinmeri. Así que no quedó de otra más que aparentar tranquilidad para no levantar sospechas de los planes de escape.

La situación ahora se había complicado mucho más, por lo que convinieron en que al día siguiente decidirían qué hacer al respecto. Los selkies no durmieron muy bien, pues al estar entre tantos humanos se sentían nerviosos. Y Abel y Erik tampoco estaban tan tranquilos, porque no sabían cómo tratarlos, ni si Eero sería confiable, así que nada más siguieron las indicaciones de Engla. Aunque ella estaba más tranquila al respecto de la presencia de los dos hermanos, lo que sí la tenía alerta era que con mucha seguridad, cuando el rey se enterara de lo que había sucedido, sin duda iría a buscarlos, y eso podría desatar un caos.

Y tuvo razón: apenas al amanecer del día siguiente, cuando todavía la mayoría de los habitantes del castillo estaban dormidos, el retumbar de los pasos de una multitud se esparció por Kaillioneinmeri. El rey Einar, gobernante de los selkies, había descubierto la ausencia de los dos príncipes, y de inmediato mandó gente para buscarlos. Su estrés aumentó cuando el general de las tropas informó que también habían desaparecido treinta guerreros, entre los cuales estaba uno que era excesivamente estricto y disciplinado, al cual conocían con el nombre de Cearbhall. Al ver que este sujeto y sus compañeros volvieron poco después, y reconocer que traían las pieles de foca que Eero y Daven utilizaban para transformarse, Einar mandó a prisión a los involucrados.

No hay reinos en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora