Transcurrieron un par de horas, en los que el príncipe estuvo intentando controlar su transformación como Lura le había indicado. El pequeño jugaba a la orilla del agua con Viggo e Ina, quienes se habían acercado a él por curiosidad.
Nilsa y Helge arreglaban sus armas y armaduras, presintiendo que podría ser necesario entrar en combate. Solveig repasaba sus estudios de magia, no tan preocupada por el futuro como los demás. Engla conversaba con Ari y Anémona, muy seguramente con la relación de sus hijos como tema principal.
Cuando Delph regresó a la cueva, notó el peso en el ambiente, y como su familia estaba ocupada, se acercó primero a Aren, abrazándolo suavemente. El híbrido abrió sus ojos al sentirlo, y preguntó: -¿Estás bien? ¿Encontraste a Yngve?
-Estoy bien, y lo encontré, pero no pude acercarme. Debido a la lluvia, todos estaban adentro del castillo, y solamente pude ver que se asomó a la ventana un par de veces. Ya está oscureciendo, así que regresé porque no creo que se queden despiertos hasta tarde, así que mejor lo intentaré mañana de nuevo.
El príncipe asintió con la cabeza y abrazó al tritón. Se sintieron tan tranquilos estando en brazos uno del otro, que casi se quedan dormidos. Pero al darse cuenta de esta sensación de paz, Aren quiso usarla para concentrarse en su transformación, logrando recuperar su aspecto humano rápidamente.
Aunque esto le emocionó bastante, pudo mantener la compostura y apartó suavemente a su compañero, sin despertarlo. Enseguida, se cubrió con su capa, envolviéndosela alrededor de la cintura, y caminó hacia sus amigos: -¡Lo conseguí!, ¿pueden creerlo? Ahora podré ser un poco más útil.
Nilsa y Helge lo miraron: aunque al igual que con sus manos, sus pies conservaban el color oscuro y las membranas entre los dedos, Aren se veía más cercano a la normalidad. Por lo tanto, entendían su emoción a pesar de que no pudiera llegar a contagiarlos con el mismo nivel de alegría. Afortunadamente, Aren estaba muy contento para detenerse por la falta de entusiasmo de los guardias, y corrió a presumir su logro a su mamá y a Lura.
La reina simplemente le sonrió y profirió un "bien hecho", pero el niño sí se alegró bastante, argumentando que cuando se reencontrara con su hermano podría presumirle que había enseñado a alguien a cambiar de aspecto, y que en el futuro podría ser un buen maestro de las artes mágicas.
Regresando al lado de Delph, Aren se acostó junto a él y acarició su rostro con sus dos manos. El joven tritón sonrió inconscientemente y se acercó más a la calidez del príncipe, sin despertar por esto. Sin embargo, Aren no se pudo dormir, estaba muy emocionado. Incluso cuando todos los demás también decidieron acomodarse para descansar, pues la noche ya cubría el cielo con oscuridad salpicada de estrellas, el chico no conciliaba el sueño. Entre más tiempo pasaba, más le volvía a llamar su lado imprudente, queriendo salir de la cueva para dirigirse al castillo y buscar respuestas. Sin lograr calmarse, no le quedó otra que seguir sus impulsos, y cuidando no hacer ruido para que nadie despertara, salió al bosque.
Debido a la lluvia de esa tarde y a la época del año, estaba haciendo mucho frío, causando que Aren estuviera a punto de arrepentirse y regresar a la caverna, pero como siempre, la curiosidad lo dominó, y continuó su camino.
A pesar de que no había mucha luz que atravesara la espesura de los árboles, pudo orientarse y llegó hasta Kallioinenmeri. Aparte de algunos guardias, a los que ya tenía experiencia en evitar, todos los habitantes del reino estaban durmiendo, así que fue fácil para Aren llegar al castillo, y lo primero que hizo fue asomarse a las cuadras para ver a su caballo. En ese momento, Apocalipsis estaba dormido, así que el joven guardó silencio y solamente observó al corcel por unos minutos antes de entrara a su antiguo hogar. Las luces encendidas, aunque pocas, eran suficientes para ver con claridad, y para alguien que había pasado veinte años corriendo por todos sus rincones, era sencillo andar sin perderse.
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No hay reinos en el mar
FantasiSegunda historia de "La visión del hechicero". Después de volver a Heland, el príncipe Erik descubre que su reino no es el único que debe volver a vivir en paz con los seres mágicos. Corre el año 825 d.C.; Aren es el joven príncipe de Kallioinenmeri...