Como dije, Aren todavía era bastante travieso, así que cuando vió la oportunidad para dejar la ominosa tarea de revisar los informes, la aprovechó para dirigirse a donde en verdad quería ir: La muralla de piedra.

Sabía que en cuanto su primo se diera cuenta de su ausencia, mandaría gente, incluso él mismo iría a buscarlo. Y cuando lo encontrara, no volvería a dejarle chance de salir del castillo hasta que su mamá regresara, así que solamente tenía esta oportunidad para intentar investigar qué había allí.

Tan rápido como era posible para el corcel, el príncipe atravesó las pedregosas calles del reino, y llegó al bosque, con rumbo a la desembocadura del río. Aunque la mayoría de las plantas no daban frutos comestibles, sí habían muchas especies en floración, lo que rompía la monotonía del verde paisaje. Sin embargo, aunque se escuchaba el canto de las aves, la mayoría los animales se ocultaban al paso del jinete y el caballo, excepto por los insectos que no se ocupaban de otra cosa que no fuera volar y comer.

Al llegar a la costa, en el límite donde se combinaban el río y el océano, Aren bajó de su caballo, pero no lo ató a ningún lado, dejando que pastara libremente. El muchacho confiaba en que el animalito no se escaparía; no lo había hecho antes y sería raro que esta vez sí fuera a alejarse mucho.Como una curiosidad para comentar, el caballo de Aren se llamaba Apocalipsis. El joven lo había nombrado así porque le gustaba la idea de ser temido cuando la gente escuchara que era "el jinete de apocalipsis". Eso le hizo gracia a sus amigos y a su mamá, pero no tanto al rey de Heland.

Por su parte, el príncipe aprovechó que en ese momento el nivel y la fuerza del agua eran bajos para atravesar el río caminando; se dirigió a la muralla y comenzó a escalar. Al estar hecha de piedra volcánica, la superficie era bastante en irregular en algunas zonas, y lisa en otras. Aren procuró subir por donde encontraba puntos de apoyo, con el fin de no cansarse rápidamente. De esta forma, logró avanzar con cierta rapidez.

Después de una hora, ya iba a más de la mitad de la altura total de la muralla, pero había mucho viento, y estaba cansado. -Sólo faltan veinticinco metros, no tardaré en llegar - se dio ánimo a sí mismo. Escaló unos pasos más, pero sus manos ya no tenían la misma fuerza que al inicio, y se cayó.

Aren dejó escapar un grito, aterrado por la caída. No pasó mucho cuando su cuerpo golpeó el agua, dejándolo inconsciente."

El narrador hizo una pausa para renovar su fósforo, así que otra niña aprovechó para preguntar: -¿Y se murió?

-Jajaja, no, no se murió, pero estuvo cerca. Afortunadamente lo rescataron - contestó el señor.

-¿Y quiénes lo rescataron?- interrogó el primer niño.

"A eso voy, no se desesperen.

Unas imágenes rápidas fueron registradas por la mente del joven, pero sin conexión aparente entre ellas. En el siguiente orden, vió una sombra cernirse sobre él, después a un muchacho que lo colocó acostado de lado mientras le hablaba, aunque no entendió qué le dijo. Después, reconoció a Erik, quien lo cargó para subirlo por las escaleras del castillo, y parecía enojado. Finalmente, Nilsa estaba revisando sus signos vitales cuando recuperó la conciencia.

-¿Qué fue lo que pasó? - interrogó Aren, viendo a su amiga preocupada.

-¿No te acuerdas? ¡Por poco te mueres ahogado! Para tu suerte, Apocalipsis sabía que te pasaría algo así y corrió para llevar a su majestad hasta la desembocadura.

-Ah... Ya- Aren se movió lentamente, pues le dolía mucho todo su cuerpo, debido al golpe por caer en el agua. Tuvo suerte de no romperse ningún hueso.

Pensó un poco y preguntó nuevamente: -¿El rey Erik me sacó del agua? Me dio la impresión de que había un chico conmigo.

-Hmm, es que ese chico era un tritón.

No hay reinos en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora