Mientras esto sucedía en el reino de los selkies, en Kallioinenmeri, Helge y Nilsa en un inicio regresaron al castillo para poder seguir participando en sus labores y a la vez obtener información para su amigo acerca de los proyectos de la realeza de Heland, Kylmä maa y Kallioinenmeri.

Sin embargo, al descubrir el rey Erik que el joven príncipe se había marchado, rápidamente su furia recayó en los dos guardias, y tras llamarlos a su presencia y luego de dirigirles unos cuantos improperios que no repetiré por respeto al público, exigió saber el sitio en que Aren se había escondido.

Sacando fuerzas de donde pudo, Nilsa respondió impasible: -No podemos revelar esa información, majestad. Aun si nos sometiera a las peores torturas, que estoy segura, en su benevolencia no usará jamás sobre su pueblo, no delataremos a nuestro amigo.

Helge iba a apoyarla, pero se dió cuenta de que su amiga había cometido un pequeño error, así que antes de que Erik también se percatara de este, decidió arriesgarse y afirmó: -Además, su majestad la reina Engla, fue quien recomendó al príncipe Aren que se ocultase lejos de Kallioinenmeri.

Erik lo miró con ojos de tanque blindado y siseó: -¿Te atreves a culpar a tu monarca de la huída del príncipe?

-¡Si lo hice fue porque me atreví!... Digo, porque es verdad - contestó el muchacho.

El rey de Heland, a punto de agarrar a los chicos por los cabellos para hacerlos sufrir, consiguió a duras penas mantener la compostura, y mandó llamar a su tía para que le confirmara o desmintiera lo que Helge había declarado".

En ese momento, el niño interrumpió al narrador: -Señor, pero ya se apagó su fósforo otra vez, encienda otro por favor.

El mayor se dio cuenta de que el peque tenía razón, y rió mientras encendía un fósforo nuevo: -Me olvidé de ese detalle. Gracias por recordármelo.

En un instante, la llama encendida volvió a formar las figuras que el narrador iba contando:

"Engla no tardó en presentarse, y Erik la cuestionó acerca de la situación, a lo que ella confirmó: -Estos muchachos dicen la verdad. Yo mandé a Aren que se marchara al reino de los selkies, y después de lo que sucedió ayer me parece lo más apropiado para mantenerlo a salvo.

Nilsa y Helge miraron triunfantes a Erik, quien decidió ignorarlos, y cruzándose de brazos, dijo a la reina: -Espero que sepas lo que haces. Si nuestro proyecto se sostiene, ese niño deberá aprender a estarse quieto antes de lo que creyó.

Engla lo miró fijamente y negó con la cabeza mientras respondía: -No comprendo cómo es que has cambiado tu actitud hacia Aren desde que hablamos de esto por primera vez hace una semana. Antes lo consentías tanto que parecía que fuera tu hijo, y en cambio ahora deseas que sea más perfecto que el propio Dios. ¿Quién te entiende?

-Todos nosotros tuvimos que madurar más rápido de lo que en realidad queríamos. Él debe hacer lo mismo ahora - contestó fríamente el monarca de Heland.

Engla frunció el cejo, pero antes de rebatir, ordenó a los guardias que salieran de la habitación. Una vez que cerraron la puerta tras ellos, habló firmemente: -Afhilhd ya rebasó la edad segura para concebir una vida. Abel no batea para el lado necesario para continuar el linaje. Yo sólo tengo a mi pequeño Aren, y no estamos seguros de que pueda tener descendencia por ser híbrido. ¿Por qué tú no intentas tener un heredero?

Erik apretó los puños: -Estás yendo muy lejos, tía. ¿Acaso olvidas que la persona que yo quería no está conmigo? ¿Que tal vez mis hijos también resultarían híbridos como Aren? ¡He pensado en esto tantas veces como días han pasado desde que volví de Toivonpaikka! ¡Yo, un silfo, siendo el rey de Heland ya era inconcebible para mí mismo! ¿¡Cómo esperas que deje una familia a la que no apreciaré realmente y que no sé si sobrevivirá una generación después!?

No hay reinos en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora