Capítulo 10: ¿Girasol o tulipán?

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James Abreu.

    Luego de esa vergonzosa escena (o dolorosa, sería más adecuado llamarla así), tomé un taxi hasta mi casa, gastando lo que me quedaba del dinero que me dió Daniel. Llegué a casa directamente a mi habitación. No le hice caso a Keiver ni a Kimberly. Mamá no había llegado aún, así que me recosté boca abajo y tapé mi cabeza con la almohada.

     No sabía si estar feliz por todo lo que viví hoy con Ángela, o estar triste por lo que acaba de ocurrir. «Soy distinta cuando estoy contigo», ¿qué significa eso?

     No sé exactamente qué sentía, pero hablar con mi familia no era una opción. No me siento bien, la noche oscureció más para mí, ella la oscureció. «Soy distinta cuando estoy contigo» ¿¡qué mamadas son esas!? Bueno, mientras sea lo que ella quiera.

     Pero demonios, esta noche increíble llena de estrellas se convirtió en mi noche favorita... sólo que las estrellas resultaron ser luces LED y la luna un simple foco.

     ¿Hice algo mal? No me quiso besar... No, sólo se está dando su respeto, fué apenas la primera cita... pero también confió en mí. No me quiso besar. ¡Mujeres! ¿Por qué hacen las cosas tan complicadas!

     Total que a la mañana siguiente ya me encontraba hablando con Keiver y mamá.

     —Hermano, ya dime la verdad.

     Aunque tenía una enfermedad que le dificultaba a hacer muchas cosas, hablar con facilidad no era un problema. Su habilidad del habla no tiene ningún déficit, un caso raro en los que padecen de Síndrome de Down, aunque no sé si el único.

     Llevaba diez minutos evadiendo lo que había sucedido la noche anterior.

     —¿La verdad sobre qué? —Le pregunté mientras seguía desayunando.

     —¿Qué pasó anoche? —Me miró a los ojos y casi podía palpar su inocencia, entonces desvié la mirada— Cuando llegaste, me senté en tu puerta y sólo te escuchaba hablar solo —Se podía sentir su tristeza—, y todo porque saliste con ella. Ella es mala, ¿verdad?

     Me sentí muy conmovido por la manera en que se expresó Keiver, de verdad se preocupa por mí. Ojalá nunca descubra la maldad de este mundo.

     Yo no podía ser totalmente sincero con él, sabía que sí lo hacía él la odiaría. Y no quiero que nada malo le suceda a Rachel, por más pequeño e insignificante que parezca.

     —No, no es mala —Lo miré—. Yo cometí un error, por eso estoy mal —Le desordené el cabello con una mano—, pero no volverá a pasar, ¿sí?

     —¿Me lo prometes?

     —Te lo prometo.

     Seguimos desayunando luego de ver cómo sonrió al oír que se lo prometía. Miré a mamá y su expresión, aunque no me miraba, era de desaprobación total. Sé que no está en contra de lo que hizo Rachel, pero sí de que le mienta a Keiver.

~•~

     —No pudo haber sido tu mejor noche si ella te hizo eso a lo último —Añadió Priscilla.

     El lunes estábamos ensayando y era inevitable sacar al aire el tema de mi cita. Al principio todo fueron halagos y «awwsss», hasta que mencioné el no beso que nos despidió.

     —Te digo que la noche fué hermosa... olvidando el beso.

     —No se besaron —Recordó Román.

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