Capítulo 28: Ahora somos tres.

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Ángela Collins.

     Claro, había olvidado mi nueva y estúpida vida, salir era un calvario desde hace uno o dos meses. No puedo estornudar sin que tenga un par de ojos viéndome, bueno, exagero. Pero intentaré salir sin que me vigilen como mandó James.

     Me vestí, el frío invernal ya estaba desapareciendo, por eso decidí no ponerme chaqueta; sólo unos jeans ajustados, con una franela blanca y mis botas marrones; de los outfits que más le gustaban a James.

     Tomé mis llaves y salí por la puerta trasera, entré a mi garaje y me metí al auto que me compró James. Aún no sé manejar tan bien como él, pero es suficiente con lo que sé... o eso dijo él, y James no suele equivocarse.

     —Vamos, en silencio —Empecé a hablar sola, mala costumbre que cogí hace unos días—. Sólo arranca y vé al centro médico más cercano.

     No quería perder tiempo y encendí el auto, lo arranqué y salí de una vez. Ví el retrovisor, confío en James, pero eso de que las puertas se cierran solas después de salir no me convence mucho... pero así fué, empezaron a cerrase luego de que yo salí con el auto. Estoy un poco sorprendida, pero debo ir rápido para que la gente de James no me vea.

~•~

     Llegué, no tardé mucho en llegar. Estacioné el auto cerca del establecimiento y entré. Por alguna razón tenía una pequeña presión en el pecho, como si algo estaba mal, como si me olvidé de algo, como si estaba fallándole a alguien. Me detuve en la puerta y pensé un poco antes de entrar, pensar me hizo sentir mareada. Aguanté la respiración y avancé. No quiero caer en cuentas yo sola, necesito que alguien más me lo diga.

     —Buenos días —Me atendió una recepcionista—, ¿en qué puedo servirle?

     —Una prueba de embarazo —Le pedí—, por favor.

     —Claro —Me sonrió—, ¿pre‐cita o inmediata?

     —Para ya. Gracias.

     —Como usted desee —Bajó la mirada a la pantalla del ordenador sin dejar de sonreír—. Indíqueme sus datos...

     Hice lo que me pidió la recepcionista, luego me indicó que fuese al laboratorio. Mi corazón latía demasiado fuerte y me temblaban las manos, ¿será normal? Entré y el proceso fué relativamente rápido, no le temo a las jeringas, pero me dió nervios ver una en esta ocasión. Sólo quería salir de ahí con una respuesta a mi pregunta, una respuesta que no surgiera de mí misma.

     Unos minutos después, ya me encontraba en la sala de espera, con esperanzas de una respuesta... ¿Esperanzas? Lógicamente tendré una respuesta, no es cuestión de fé, la fé la necesito para lo que espero...

     En fin, después de una hora, aproximadamente, llamaron a mi nombre.

     —Sus resultados —Me dijo la recepcionista y me entregó un papel—, señorita Collins.

     —Gracias.

     —¿Quiere que se lo lea? —Se ofreció amablemente.

     Pensé unos segundos en responder, y ella sostenía su amable sonrisa junto a su propuesta.

     —¿Señorita?

     —¿Ah? Sí —Volví en mi misma—. Ehh, no. Gracias.

     —Estamos a sus órdenes, señorita Collins.

     Cogí el papel y dí media vuelta, en cierto modo, el sitio me daba tranquilidad, quería quedarme ahí. Bajé las escaleras del edificio y apenas salí, lo ví, estaba apoyado en su auto: uno de los hombres de James. Parecían mis padres, bueno, no más que mi novio. No tengo tiempo para enojarme, ni ánimos para intentarlo, por lo que decidí actuar de la manera más natural posible.

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