Capítulo 7: Para tí, sólo para tí.

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James Abreu.

     Ya en el pasillo de los baños, noto que está muy vacío, no es extraño mientras todos están comiendo, pero igual me daba mala espina. Giro el picaporte de la puerta del baño de caballeros y escucho un grito. Me detengo en seco porque no venía de adentro, más bien, parecía venir del baño de damas. Me doy vuelta para escuchar más atentamente y se escuchó otro grito, esta vez se paró en seco. No debería hacerlo, está mal, ¿y si sólo están jugando? ¿Y si fué algún video o reproducción de audio? ¿Y si están desnudas? No puedo entrar como si nada. Está mal... Pero, ¿y si hay algún problema? No es normal que ese tipo de gritos se oigan en un baño. ¡Demonios! Voy a entrar. Crucé el pasillo hacia la otra puerta y decidido, entro al otro baño.

     Para mi desgracia, la sorpresa no fué nada agradable.

     —¿Qué está sucediendo? —Pregunté al ver que habían dos sujetos entre una mujer, que uno de ellos tapaba desde mi ángulo.

     No tuve tiempo para sacar conclusiones, porque en seguida la chica se inclinó para verme, y me sentí paralizado al ver quién era. Su rostro reflejaba desesperación y sus ojos gritaban ayuda.

     —¿Qué demonios? —Dijo el que tapaba gran parte de Rachel con su cuerpo— ¿No te dije que cierres la puerta?

     —Ehhh... Lo siento, pensé que lo había hecho —Respondió el que le tapaba la boca a Collins.

     Me quise mover a ayudarla pero el enojo no me lo permitió, las piernas no me respondieron. La ira me hacía temblar las manos. Apreté tanto la mandíbula que me dolió al crujir los dientes.

     —¡Siempre haces todo mal! —Le gritó al otro. Y me confundí al ver el cambio drástico en ambas actitudes.

     —¿Que yo arruino todo? ¿Quién le entregó todo a Newman cuándo preguntó por...

     Su compañero le aventó un puñetazo que hizo que soltara a Rachel, e inmediatamente le hice señas para que llegara a la puerta. Prácticamente corrió y los encerramos en el baño. Ya con ellos matándose ahí dentro me sentí un poco aliviado.

     —Hay que avisar de esto, irán expulsados y quizás hasta presos.

     Rachel me abrazó y sentí como si las nubes habían bajado a otorgarme la paz plena. Sentí cómo mi corazón empezó a latir desesperadamente cuando ella posó su cabeza en mi cuello. ¡Esto le hace Rachel a mi corazón! No sé qué le habrá sucedido, pero quiero ayudarla.

     —¿Quieres buscar un lugar para calmarte? Conozco uno —Le pregunté, porque aunque quería que estuviese aliviada, su espacio me importan también. No me gusta verla así.

     —Te lo agradecería aún más —«Con tu abrazo me bastó», pensé.

     Caminamos hacia afuera pero debía hacer algo, y por fortuna ví a un profesor antes de salir, y le expliqué todo lo que había visto. Él vió a Ángela, pero ella tenía la mirada perdida, no parecía estar en este mundo. Sólo quería que no sospechara de Ángela, si lo hacía, todo se podría ir cuesta abajo.

     —¿Estás seguro de lo que me dices? Este tipo de cosas no son un juego.
 
     —No estoy jugando —Insistí—, puede ir a verificar por usted mismo.

     Él me miró inseguro, pero desistió. Sé que el profesor no se fía mucho de la información que le dí, pero igual dió un paso en dirección a los baños.

     —Bien, espérenme en la dirección. Ya vuelvo —Dijo él, girándose. Y me alivié.

     Quise seguir caminando con Rachel, pero el profesor volvió a hablar.

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