Capítulo 23: El retorno de una pesadilla.

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James Abreu.

     El día se siente extraño, o quizás soy yo; estoy bastante cansado... Desde que patinamos aquella vez no he dejado de prácticar, quizás dos meses de práctica ha sido demasiado tiempo, pero en realidad es poco para lo que quiero hacerle y no me daré por vencido. Sé que le gustará, y no creo cometer el mismo error.

     —Tengo un mal presentimiento, hijo —Me dijo saliendo del auto. Vinimos a buscar a Ángela a su trabajo.

     —¿Referente a qué, mamá? —Ella sólo se encogió de hombros e hizo expresión inocente— Bueno, Ángela ya debe de estar bajando las escaleras.

     Y efectivamente, luego de diez segundos, ella salió sola por la puerta del edificio en dónde vive Cristopher. Con su ropita unicolor parecía una mujer famosa; hermosa, dotada en el cuerpo y bien vestida.

     —Hola, señora Leyla —Después de saludar a mamá, Rachel me abrazó y luego puso su barbilla en mi pecho para que la bese.

     —No me gustó eso —Dijo mamá abrochando su cinturón.

     —¿Qué cosa, madre? —Ya había arrancado el auto e íbamos de camino a la nueva casa de mi madre.

     —Que se besen sin ser novios —Ví por el retrovisor y Rachel, apenada, había volteado a ver a la ventana.

     —Yo me encargo de eso —Le afirmé, y Rachel sonrió sin abrir los labios.

     —Bueno, espero ver eso —Dijo mamá viéndome—. Las cosas que empiezan bien, terminan bien.

     —De hecho, dame una semana o menos, y haré algo al respecto —Me dirigí a mi madre.

     —¿A qué te refieres? —Ambas tenían mi atención.

     —Estoy a punto de firmar un buen contrato, uno grande —Les aclaré—. Una disquera con una inmensa compañía reconoció a los reyes de Italia, y se contactó con nosotros.

     —¿En serio? —Dijo Rachel— ¡Felicidades! Me alegra mucho eso.

     —No me sorprende —Dijo mi madre—, reconozco el potencial de mi hijo, y merece mucho más que esto.

     —No les he contado todo, esa compañía me dará hasta seguridad. ¿Se imaginan? —Les pregunté— James Abreu, siendo protegido por un guardaespaldas al salir de un restaurante.

     —Ya eres todo un artista, cariño —Dijo mi madre.

     Yo le sonreí, pero sabía que Rachel quería preguntarme algo.

     —¿Y qué tiene que ver esto contigo, Rachel? —La miré, y ella tenía esa expresión en su rostro, justo la que sabía que tendría— Pues resulta que también habrán servicios especiales para familiares directos reconocidos por el artista —Le sonreí por el retrovisor.

     —Estoy sin palabras —Me confesó—, debemos celebrarlo.

     —Y a celebrarlo las estoy llevando, y no hagan preguntas —Me anticipé a mi madre que ya se había girado—, será una sorpresa. Los muchachos también estarán allá.

     —¿Y por qué vamos a mi casa, hijo?

     —Tienes un paquete doble directo de Victoria Secret's Argentina en tu buzón.

     —¿De verdad hablas en serio? —Preguntó Rachel atónita. Amo verla así— Eso es imposible.

     —No para James.

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